La tendencia a ver el lado negativo de las cosas y la tendencia a ver preferentemente el lado positivo son actitudes que no sólo influyen en nuestros estados de ánimo sino que terminan afectando a los resultados de lo que hacemos. Es ya un tópico describir a los optimistas como pesimistas mal informados, o como ingenuos que no captan todos los aspectos de la realidad, o como ilusos que antes o después se rendirán a la evidencia de que la vida es un cúmulo de problemas tan frecuentes como de difícil solución. Pero ser optimista no equivale a ser frívolo o inconsciente. Optimista es quien percibe lo bueno de cada circunstancia y quien a partir de esa percepción es capaz de optimizar las posibilidades que cada situación plantea. Una de las verdades más profundas de la psicología humana la refleja el viejo proverbio de que "nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Una misma situación percibida por dos personas puede adquirir una dimensión muy diferente. No se puede afirmar categóricamente "esto es así", es más adecuado el planteamiento "yo esto lo percibo así", porque la forma en que hemos aprendido a interpretar la realidad va a condicionar nuestro estado de ánimo y éste el enfoque que daremos a nuestra vida.
En realidad, existen casi tantos puntos de vista como personas, en tanto que cada uno somos diferentes de los demás. Pero en una clasificación muy sencilla y quizá un poco reduccionista podemos distinguir entre optimistas y pesimistas. Las personas pesimistas interpretan la realidad desde su lado más negativo, y las optimistas perciben lo mejor de cada situación, lo que no quiere decir que ignoren lo malo. El pesimista no sólo tiene el sufrimiento garantizado, sino que con su actitud difícilmente va a aportar soluciones constructivas a los problemas. En cambio, los optimistas tienden a vivir más felices y superan con más facilidad las complicaciones.
Las actitudes de clausura las mantienen quienes perciben las dificultades como amenazas, quienes cierran la puerta a las soluciones, se enclaustran en lo dramático y ven, sobre todo, la dificultad. Al contrario, las actitudes de apertura son propias de quienes viven las dificultades como problemas a resolver, buscando la salida más eficaz posible. Cuando se encuentran en una apuro, no pierden mucho tiempo en lamentarse y se dedican a hallar las salidas al problema.
Simplificando, se trata de optar, de decidir qué tipo de pensamientos y actitudes nos resultan más convenientes. La vida cotidiana se empeña en proporcionarnos a menudo situaciones difíciles de sobrellevar y de superar. Esto nadie lo duda. Pero el pensamiento positivo nos ayuda a gestionarlas, porque es constructivo y enfoca las relaciones humanas de una manera más equilibrada, ya que se basa en la convicción de que todo puede ir mejor si nosotros ponemos de nuestra parte una actitud positiva. Ser pesimista amarga el carácter y enturbia nuestras relaciones. Además, esta actitud habitualmente esconde la falta de confianza en uno mismo y en los demás. "Qué más quisiera yo que ser optimista, pero la vida me ha hecho ser realista". Esta afirmación casi siempre oculta una renuncia al cambio, que se basa en que las personas son como son y en que es inútil esforzarse por cambiar el carácter y la actitud de la gente. Nada más falso.
Hay que reconocer que todos tenemos un componente genético difícil de modificar, pero la personalidad se compone también de conductas aprendidas y sobre estas sí se puede actuar. En eso consiste el proceso de mejora de la personalidad que, aunque en lo básico se construye en los primeros años de vida, puede cambiarse. Por mucho que creamos ser de un modo determinado, si echamos un vistazo a nuestros cinco o diez últimos años de vida contemplaremos cómo han evolucionado nuestras actitudes ante los diversos acontecimientos ocurridos. Y si la vida nos cambia, normalmente, a más serios y circunspectos, ¿por qué no podemos modificar voluntariamente nuestra manera de ver las cosas, para poder vivir más positivamente?
Víktor E. Frankl, un psiquiatra, cuenta en "El hombre en busca de sentido" las peripecias de un colectivo de judíos prisioneros en campos de exterminio nazi, liderados por el propio Frankl, que cada día buscaban (y encontraban) motivos para seguir vivos y mantener la esperanza. Frankl continuó investigando sobre las actitudes positivas como medio de supervivencia y acuñó el término logoterapia, un método terapéutico que utiliza como elemento de curación la capacidad que todo individuo tiene para pensar, hablar y hablarse a sí mismo, en positivo. La clave es restringir los pensamientos negativos y fomentar la fe en nosotros mismos, buscando en cada momento la respuesta más conveniente a nuestros problemas. No se trata de negar las dificultades, sino de trasmitirnos consignas que nos ayuden a superarlos. ¿Quién no ha visto a los tenistas hablarse a sí mismos en pleno partido, animándose, corrigiéndose, estimulándose? Han sido entrenados psicológicamente para ello, para superar esos momentos de flaqueza o desaliento dándose ánimos a sí mismos, apelando a su fuerza interior, a esa actitud positiva y optimista.
Ser optimista equivale a vivir mejor
Buscar el lado positivo de las cosas ayuda a sentirnos mejor, hace surgir sentimientos de bienestar y proporciona fuerza y energía para enfrentarnos a las situaciones difíciles. Fijarse en las cosas buenas de la vida es una actitud, que puede ser cultivada y trabajada.
Veamos algunas pautas:
• Cuando percibimos algo como exclusivamente negativo, dudemos de ese pensamiento. Ha de haber algún modo de hallar algo positivo a la situación o, al menos, a relativizar su gravedad.
• Cuando nos veamos atrapados en un callejón sin salida, no reaccionemos inmediatamente. Detengámonos, reflexionemos y busquemos alternativas.
• Hagamos frecuentemente inventario de todo lo bueno que tenemos, que es mucho. Recordemos cuántas personas están peor que nosotros.
• Escuchemos a quienes nos quieren y nos valoran tal y como somos.
• Utilicemos pensamientos constructivos: "quiero", "puedo”, “soy capaz". Recordemos situaciones a las que respondimos positivamente.
• No aceptemos pensamientos como "a mis años no puedo cambiar".
• Admitamos nuestros errores. Sólo quien se equivoca está vivo de verdad. Los que nunca se equivocan, cometen la mayor de las equivocaciones porque no asumen riesgos: consciente o inconscientemente, se han rendido, han dicho "me planto".
• Las dificultades son oportunidades que nos da la vida para fortalecernos. De esas batallas podemos salir reforzados y con una mayor autoestima
Los halagos y las críticas que recibes a diario como percepciones de la gente, es información para tí, no te lo tomes a lo personal porque no te añaden ni te restan valor. Todo ser humano, tiene un valor innato en conexión con la naturaleza, con el universo; nada ni nadie se lo puede quitar. Lo que digas, lo que pienses, las decisiones que tomes; aún cuando no le parezcan a otros, tienen también un valor innato sencillamente porque provienen de ti. Si te equivocas, si cometiste un error, no te detengas ahí, acuérdate “momento nuevo, tiempo nuevo”; sigue adelante, pero aprende de las lecciones que puedes sacar para que sume a tu crecimiento.
Solo existen resultados, los errores no existen. El universo te está enviando señales en cada momento de tu vida, necesitas observarlas, identificarlas porque “nada es casualidad” si ves que las cosas no están yendo como deseas o que simplemente no te funciona la forma de ser que elegiste, no significa que seas un fracasado. Simplemente no estás siendo la persona que necesitas ser para tener los resultados que mereces y estás haciendo cosas que no te funcionan o no sirven para lo que buscas, de modo que necesitas cambiarlas.
Los seres humanos somos imperfectos no hay que temer a equivocarse porque de esa experiencia se pueden abrir oportunidades que tal vez no imaginaste en tu vida, solo arriésgate a tomar acción, piensa lo necesario, enfócate, no gastes energía por gusto y date permiso a sentir, agudizando todos tus sentidos y deja que fluya tu intuición y tu creatividad.
Ten la capacidad de elegir basándote en tus resultados, no pretendas seguir haciendo más de lo mismo porque vas a atraer “lo igual”. Se humilde para aceptar que no necesitas seguir haciendo lo que no te funciona; ejerce tu libertad responsablemente de elegir tu actitud frente a las circunstancias de tu propia vida y eso, querido lector, se llama ser proactivo.
Independientemente de como te sientas, busca apoyo y abre tu mente, “bájate de tu razón” a recibir información de la persona que tu sientes, te va a apoyar y que no va a “venderse” ni tampoco “se comerá tus cuentos” y te escuchará con amor. Si tienes un Coach personal él sabrá sostenerte de la mejor manera. El feedback es una herramienta poderosa que retroalimenta experiencias y opera como un “espejo” que te permite ver lo que no quieres, lo que evitas o lo que ignoras de ti mismo.
Perdona y agradece en oración y haz de la meditación una práctica constante para llegar a tu centro espiritual; así como también practica la Ley del Dar. Sal a caminar y conecta con tu entorno ecológico y valora lo que la naturaleza nos da y la alegría de ser parte de la creación del universo.
Tener fe: En Dios, en ti mismo.
Programarte: A tener metas y objetivos
Reales y concretos.
Amarte: Aceptándote tus fortalezas y debilidades.
Reconocerte: Como Verdadero hijo espiritual de
Dios y como ser único e irrepetible.
Confiar y Apreciar: Aquellos que te valoran y apoyan.
Estimularte: Permanentemente en tus actuaciones.
Respeto: Por ti mismo y por los demás.
Ser flexible: En las discusiones y aceptar opiniones.
Ser expresivo y curioso: Viviendo a plenitud cada instante.
Ser sensitivo: Identificándote y comprendiendo los
Sentimientos, y aportando soluciones a los problemas de
Tu entorno
http://superatuansiedad.es.tl/Actitud-Positiva.htm