Dios lo sabe todo en todo momento. Eso quiere decir que Dios no puede “averiguar” algo. Dios no tiene que efectuar experimentos para ver qué pasará, como nos sucede a nosotros. Dios no necesita “probar” a alguien para ver si es honesto , valiente o sabio, porque Dios ya lo sabe todo.
La Biblia presenta a veces a Dios como dando pasos para averiguar algo, o como si hubiera cambiado de opinión, o como si se sintiera decepcionado. Se supone que Dios probó la obediencia de Abraham en el episodio de Isaac. Se supone que los planes de Dios se estropearon por la conducta de Adán y Eva , por la maldad prevaleciente en la humanidad antes del diluvio. De hecho, con frecuencia se presenta decepcionado y hasta frustrado por el comportamiento de la especie humana. En la teología ortodoxa, el demonio trastornaba constantemente los designios de Dios y arruinaba Sus planes. Más aún: tras escuchar a algunos predicadores, uno podría suponer que el demonio es bastante más poderoso que Dios.
Todo eso, desde luego, es infundado. Esas cosas sobre Dios , por supuesto, no son ciertas. Fue la idea de Dios que tenía Abraham la que lo llevó a disponerse a matar a Isaac y fue su yo más elevado, el Cristo que moraba en su interior, lo que lo libró de esa tragedia. Fue la idea que de Dios tenía el Faraón lo que endureció su corazón. Fue la maldad de la humanidad en el mundo antediluviano la que provocó el diluvio como una consecuencia natural, del mismo modo que los temores, los celos , los odios y la codicia del humanidad a lo largo de muchos años han provocado la guerra actual.
Fabricamos una imagen idólatra de nosotros mismos y la llamamos Dios. Destruyamos hoy esa imagen, y adoremos al verdadero Dios, que es Bien infinito e inmutable.