Una manera de aproximarse al sentido de las cuatro coordenadas en astrología es ver su relación con el modo de expresión de un planeta cuando se encuentre en cada una de ellas: ascendente, descendente, Medio Cielo y Fondo del Cielo. ¿En qué varía su presencia en función de esas cuatro posiciones determinantes?
Que podamos reconocernos en su energía y que nos reconozcan en sus rasgos es muy frecuente en la primera posición, ascendente. Cumple una función análoga a la que correspondería a un planeta estando en su domicilio astrológico. Cuando un planeta está entre 5º antes o después de su salida por el horizonte, ascendiendo, su presencia es muy poderosa en la experiencia de la persona, y el sujeto fácilmente acaba por reconocerse -si más no, en una primera aproximación- con los rasgos asociados en este caso al planeta, o al signo ascendente, en general.
Mirar hacia lo alto para aspirar a su presencia en el Medio Cielo ya exige un poco más de esfuerzo -y ese es a grandes rasgos el sentido del Medio Cielo en un tema astral: es una aspiración de la voluntad, un propósito al que dirigirse asumiendo el coraje necesario para hacerlo. Se trata de una manera de presentarse a la experiencia personal parecido al que podría encontrarse con el planeta en exaltación, en el signo que le correspondiese: excesivo, atractivo en lo más alto del horizonte, luciendo con todo su esplendor sus atavíos simbólicos y mitológicos. Se trata de una posición plenamente arquetipal: los planetas ahí son dioses que reinan sobre nuestras vidas y que nos piden nuestra entrega y dedicación. Son faros del destino, brújulas internas, y activar su mensaje cifrado es parte de lo que nos corresponde enfrentar en la vida.
Sentir lo que se pone por el horizonte a nuestras espaldas es muy improbable, salvo que se disponga de un reflejo que nos lo haga llegar indirectamente. El mecanismo psicológico de la proyección es el tema central a considerar en la posición descendente. En esta posición, los planetas están en algo parecido al destierro, con independencia del signo concreto en que se encuentren al ocupar el punto descendente. Éste introduce siempre algo del tono de los planetas en exilio: su luz no brilla en casa propia. Clara u obscura, está en barbecho, la vemos lejos y no nos reconocemos en su efecto: más bien se nos escapa y casi siempre sólo en otros intuimos que ahí hay algo nuestro.
Y ver qué ocurre en el Fondo del Cielo, en lo más oscuro de la madrugada de un tema natal, eso es casi imposible, si no se cuenta con algo de ayuda. Se trata del punto más oscuro para la conciencia personal, y un planeta en esa posición va a estar presentándose de un modo semejante al que presentaría en su signo de caída. Escaso a la luz del día, pero muy activo en la penumbra de lo inconsciente, las compulsiones y apegos, los vínculos de infancia que nos construyeron y todo lo que juega un papel "raíz" para el sujeto. Ahí, un planeta en el Fondo del Cielo es un poder en la sombra, que merece respeto. Hacerlo presente a la conciencia del sujeto exige delicadeza y atención a la escucha, pues no es fácil verbalizar a veces sus efectos.