El equivalente externo del silencio interno es lo que se conoce como felicidad duradera. No importa cuánto hayamos complicado nuestras vidas, ya que mientras el ego dirija nuestras vida las complicaciones, es decir "que las cosas vayan mal" será algo que ocurra muy a menudo. Pero siempre podemos recurrir a la esencia de quienes somos buscando el silencio inteior. Ese espacio libre de formas mentales, es decir del continuo discurrir de un pensamiento tras otro. Tener actividad mental no es lo mismo que pensar conscientemente. El silencio interior es el lienzo en blanco al que siempre podemos recurrir en busca de la solución a cualquier problema que se presente. Es el equivalente a estar "presentes" en un ahora limpio, despojado de toda interpretación o juicio evaluativo. Recordemos que la mente siempre está evaluando, autoprotegiéndose, criticando, juzgando. Pero no somos la mente, somos la consciencia pura que observa la mente. Si durante el día, cuando te enfrentes a retos, y una fuerte reacción emocional se apodera de ti, haz este ejercicio: observa al pensador compulsivo.Mírate con infinita compasión y dite a ti mismo: yo no soy esta experiencia, soy quien la observa. Esto es lo mismo a decir que "te amigas al momento presente". Este acto de buscar el silencio interno en cualquier monento del día, es la única práctica espiritual auténtica. Ya puedes asistir a 150 seminarios sobre evolución, a complicadas charlas sobre cómo vivir mejor, pero lo cierto es que el verdadero poder lo tenemos siempre al alcance de la mano: amigándonos al presente, pase lo que pase el él. Esto es ir "hacia el silencio interno sin juicios sobre si lo que está pasando está bien o mal" ya que solo "es". Este poder de acceder a la esencia está siempre disponible, no hace falta asistir a millones de cursos. Se trata de observar la mente la mayor parte del día, intentando conocer al pensador. Y hacer de esta práctica lo más duradera que se pueda.