En los dos últimos signos, Acuario y Piscis, el tránsito de Saturno tiene por objeto la integración en la conciencia individual de la conciencia grupal, la entrega a un propósito mayor que el individual que ha guiado nuestra existencia en todo momento. Capricornio expresa el punto más alto de la evolución individual, la cima de la rueda zodiacal, más allá de la cual ya no es posible seguir satisfaciendo al ego personal. Hasta Capricornio, se produce una interrelación entre los objetivos personales y los sociales, si bien el peso individual sigue siendo muy importante. A partir de Acuario, la consecución de los fines se produce en función de un grupo amplio del que se forma parte y al que hay que entregar algo para que ese grupo, con el yo individual dentro de él, actúe como un todo transformador de la sociedad, consagre la idea de grupo por encima de la de individuo y prepare así a la conciencia para el ingreso en la indiferenciación absoluta de Piscis, donde el ego satisfecho y pleno de Capricornio ya no es más que un recuerdo o un obstáculo que dificulta la expresión pisciana. En Piscis, la renuncia al ego es superior a la que se da en Acuario, donde el grupo interactúa con el individuo, alimentándose recíprocamente. En Piscis se produce el olvido de la identidad individual, porque, en realidad, el individuo es uno con el universo y con todo lo que nos rodea. El concepto de ser aparte de los demás se ha extinguido, y es el concepto de NOSOTROS el que pasa a predominar en la conciencia del individuo, que se ha trascendido a sí misma y se ha convertido en una conciencia universal y empática con el resto de la creación. En suma, Piscis representa el fluir de la vida, libre de las restricciones sociales impuestas hasta Capricornio, que, no obstante, son necesarias para la consolidación de un yo que se ha de entregar al colectivo, paso simbolizado por Acuario, y su trascendencia pisciana. Si no hay ego formado y definido, es imposible realizar las etapas acuariana y pisciana, porque no habría nada que dar ni que transformar de uno mismo.
Se trata, pues, de la transformación más difícil que exige el ciclo de Saturno, que, a pesar de su labor crsitalizadora de experiencias y ámbitos vitales en la psique, sigue siendo un planeta del ego, por lo que resulta complicado de interiorizar sin una lente egoica que lo contemple todo. Tal vez tengamos que esperar al ingreso de Plutón en Acuario en 2024 para que este proceso de integración comience. Como con Saturno, se alcanzará un punto máximo, pero en este caso de transformación y crisis, que exigirá la disolución del ego social y material para convertirse en un ego entregado a la masa. Cuando Plutón entre en Piscis, en 2043, si aún quedan reminiscencias de ego, este habrá de disolverse en una fusión indiferenciada con los demás, e incluso con el entorno. Nos es difícil imaginar algo así, pero lo que no aprendamos del tránsito de Saturno por Aciario y Piscis, desde diciembre de 2020 hasta mayo de 2025, fecha en que sale de Piscis, ni del paso de Urano y Neptuno por el signo de los peces, influirá notablemente ya que Piscis está asociado también a la destrucción del ego en favor de un todo universal, y si el ego no ha aprendido a desapegarse de sus intereses materiales (proceso que empieza ahora con Plutón en Capricornio)la trasnformación de la humanidad puede quebrar toda fe y esperanza en algo superior y que nos trascienda. El desarrollo de la compasión es fundamental, porque la presencia del más intenso y dramático de los planetas, Plutón, por Piscis, puede volvernos fanáticos a la hora de recuperar la espiritualidad y hacer cualquier cosa por restaurar el poder religioso, místico o espiritual. La obsesión por el olvido de la propia individualidad, o lo contrario incluso, por su recuperación, puede complicar la convivencia social e internacional si durante el actual tránsito no dejamos de controlarlo todo y de fortalecer las leyes y el dominio de la existencia, cosa que hacemos ahora de manera compulsiva, como se observa en el recrudecimiento de la fiscalización de la autoridad en todos los ámbitos sociales. La sociedad "sabe", intuye el miedo (Plutón en Capricornio) y trata sin orden ni concierto de controlarlo todo y taponar cualquier cosa que amenace la estructura actual. Plutón por Capricornio exige la aniquilación de nuestra condición de seres aparte y diferenciados de los demás, y, al mismo tiempo, de dejar al descubierto la impotencia y la incapacidad de controlarlo todo (dos de los grandes miedos de Capricornio). Para ello, nuestro ego debe bajarse de su cima y su trono para crear el orden que exige Acuario, etapa siguiente, que es el de la hermandad y la fraternidad, la instalación del nosotros en lugar del yo.