Cuando vas al bosque a recoger bayas, tú sabes qué clase de bayas quieres recoger, entonces eliges las que están maduras y listas. Tan maduras y listas que casi se caen en tus manos.
Si comparáramos el recoger bayas con tu vida diaria, es como si estuvieras recogiendo todo lo que ves. Todo lo visible y todo lo audible que entra en tu rango de percepción: bayas ácidas, espinas, el tráfico, bocinazos, música, gritos, las zarzas. Todo entra por tu visión y tus oídos y se queda atascado en algún lugar de tu mente. Es mejor saber qué clase de bayas quieres recoger y no acumular TODO lo que aparece ante ti en este bosque.
Cuando inicias tu día, qué es lo que estás buscando? Concéntrate. No necesitas dejar entrar a toda esa gentuza, no debes. Y si el día es tu hogar, este no debe ser como la Gran Estación Central. No debes dejar entrar a Todos y a Todo a tu casa. No tienes que recibir a todos por igual. No tienes que dejar entrar a los lobos ni a los osos. No debes abrirte a las dificultades. No tienes que dejar entrar a las malas noticias.
Sabes que no necesitas suscribirte a cada revista que existe. Transfiere entonces, este conocimiento a lo que si te suscribes en la vida.
Piensa en la cosecha de bayas. Cuántas bayas vas a poder recoger en el bosque si estás recogiendo absolutamente todo lo que ves? Cuán lejos vas a poder llegar? Qué vas a traer a casa para comer? Qué es lo que vas a tener que desechar? No puedes recoger todo, cada hoja, cada ramita, y ciertamente no puedes conservarlas. Es como si fueras a votar. No puedes votar por todos los candidatos. Todos pueden ser muy buenos, pero aún así tienes que elegir.
Estoy hablando de los acontecimientos de la vida. No tienes que registrar toda la conmoción, todos los sucesos de la vida, como si tuvieras que elegir todo en el bosque cuando lo que estás recogiendo son bayas. Puedes elegir lospensamientos que desees. Tal vez no puedas evitar el ruido, lo oyes, y sin embargo no tienes que absorberlo todo.
Puedes dejar de lado ciertas cosas. Cuando plantas brotes en tu jardín, tal vez no haya espacio para todos los plantines. Tampoco hay espacio en tu cabeza para todos los pensamientos que guardas. Debes podar tus pensamientos. Conserva aquellos que te elevan y deja ir aquellos que te detienen. Los pensamientos negativos te atrasan, te detienen. No importa cuán correctos puedan ser. Te detienen. Te impiden ser feliz. Tus pensamientos negativos acumulados son tu problema. Tú los elegiste. Tú los cosechaste, te aferraste a ellos y los repetiste. Entraron en tu cabeza y se quedaron allí. Tú los compraste. Tú eres el comprador y el proveedor de tus pensamientos.
Considera cuáles pensamientos guardar y cuáles descartar. Ellos son Tus pensamientos, amado mío. Provengan de donde provengan, tú puedes seleccionar ahora cuáles te sirven y cuáles no. Recoge tus pensamientos.
Coloca los negativos sobre un periódico, enróllalos y arrójalos a la basura. No a la papelera de reciclables. A la basura. Solo échalos fuera.
Considera a los pensamientos negativos como alimento en mal estado.
Están guardados ahí, pero al final se tiran. Sabes que es mejor tirarlos que guardarlos