La mayoría de nosotros tiene un niño interior que está atascado, perdido o dolorido. Cuando nos duele algo en el cuerpo, podemos estar seguros de que nuestro niño interior nos está diciendo que está dolorido y nos está provocando una interrupción en el fluir energético.
Cuando nos sentimos dolorido/a, asustado/a, enojado/a, celoso/a, envidioso/a, terco/a o no lo suficientemente bueno/as, hay una parte nuestra que aún está apegada a la niñez, creando problemas en nuestra vida.
Si se lo pedimos, los ángeles se alegran cuando pueden ayudamos a sanar esas partes atascadas.
Tómate unos momentos para soltar las articulaciones de tu cuerpo y relajarte.
Respira cómodamente hacia tu estómago, expandiéndolo, y luego lentamente suelta la respiración. Repite esto varias veces hasta que te empieces a sentir muy cómodo/a.
Recuerda la última vez que te sentías de algún modo enojado/a, dolorido/a o negativo/a. Sé consciente de que el adulto equilibrado y sabio no está sintiendo estas emociones. Las emociones son aquellas de tu niño/a atascado/a. Siente cuántos años tiene estela niño/a dentro de ti.
Cuando encuentras el niño/la niña, consuélalo/a e invita a los ángeles sanadores a sanarlo/a.
Relájate y permanece abierto/a a lo que hagan los ángeles para sanar a aquel/la niño/a.
Cuando te devuelven tu niño/a, notarás qué distinto/a se ve y se siente.
Agradece a los ángeles.
Sostén y ama a tu niño/a interior.