Las hadas siempre han sido seres rodeados de misterios y acaso de mitos incontables. Las eternas compañeras de los infantes desconsolados y las niñas quinceañeras motivaron no sólo la curiosidad de despistados y excéntricos personajes, sino sobre todo, de renombrados estudiosos y académicos quienes consideraban este fenómeno como un hecho posible e incluso real. Uno de esos destacados hombres fue Sir Arthur Conan Doyle, quien se abocó seriamente al estudio, ya sea de registro e incluso literario, de estos pequeños seres alados.
Si bien es cierto, las leyendas y mitos sobre estas criaturas tienen su cuna en la Europa Medieval, muchos coinciden en que el Boom de este fenómeno comenzó en Inglaterra, precisamente en el pequeño poblado de Cottingley, en 1917, cuando dos niñas, llamadas Frances (10) y Elsie (16), declararon haber fotografiados a varias hadas, muchas de las cuales (señalaban) las acompañaban siempre entre sus juegos en el campo.
El debate se inició de inmediato, la prensa inglesa publicó diversas notas de “especialistas” y estudiosos en donde analizaban la autenticidad de las fotografías. Uno de esos estudiosos fue Geoffrey Crawley, entonces director del prestigioso Journal of Photography y eminente especialista en análisis técnico de fotografías, quien a instancias de la propia Kodak, calificó las fotografías como auténticas.
En este debate nacional es cuando surge la figura de Conan Doyle, el escritor inglés, quien ya había publicado en ese entonces sus obras más renombradas como Las Aventuras de Sherlock Holmes, tomó en serio este hecho, tanto que comenzó a realizar estudios tanto periodísticos como científicos que consistían en la recopilación de los testimonios no sólo de las niñas sino también de otras personas que aseguraban haber visto alguna vez alguna hada. El trabajo de Conan Doyle le llevó también a investigar las opiniones científicas de aquella época como la de los especialistas y analistas fotográficos. Tales fueron los resultados de su investigación que Conan Doyle, como si tratara de un biólogo-antropólogo, comenzó a realizar su propia clasificación de las hadas, desde sus diversos tamaños, vestidos, colores, lenguajes, entre otras
Su fascinación por lo sobrenatural
Un año antes del acontecimiento de Cottingley, Conan Doyle había hecho pública su fascinación por los hechos espirituales y sobrenaturales. La declaración fue hecha en la revista Light, la misma revista que publicaría un año después las supuestas fotos de las hadas. Por eso, quizá, no resultaba extraño para los ingleses de aquella época, esta fijación del escritor por este hecho en particular, hecho que le llevó a publicar además, en 1922, la obra The coming of the fairies (o el Misterios de las hadas como fue conocida en España) y de The lands of mists, novela de contenido sobrenatural que reflejan de manera más clara estas creencias del escritor por lo sobrenatural.
La posición de los escépticos
A pesar de que los argumentos que contradicen la veracidad de las fotografías son evidentes, no pareció convencer a los creyentes del mito. Una de las principales objeciones que consideraban que estas fotografías (realizadas por Francés y reveladas por su padre) como falsas fueron dadas incluso por amigos cercanos a Arthur Conan Doyle, una de ellos fue Oliver Lodge, uno de los primeros investigadores psíquicos de Gran Bretaña, quien le dijo que desconfiaba mucho de las fotografías por la similitud de las hadas a bailarinas de ballet, además agregó que “sin acusar a nadie, la hipótesis más simple parece ser que una niña imaginativa, jugando a fingir y simular, pudo secundar inocentemente la fantasía de sus amigas, realizando figuras creadas por ella, si es que tenía tal habilidad, y esas figuras quizás fueron luego fotografiadas...". Otro especialista, le había indicado a Conan Doyle que el peinado de las hadas eran demasiado “parisinos” para ser cierto.
Lo que resultó inexplicable en esos días, sin embargo, es que muchos especialistas (incluidos la Kodak) le brindaron a las niñas nuevas cámaras “difíciles” de trucar para que volvieran a tomar fotografías de las hadas. Las niñas, lo hicieron, y nuevas fotos de hadas surgieron de esa cámara infalsificable.
Esto quizá terminó por convencer a Conan Doyle quien publicó días después un artículo en la revista Strand Magazine con las fotografías obtenidas, lo que conllevó el revuelo antes comentado y a las críticas de la sociedad inglesa, que si bien conocía las andanzas del escritor, no dudaron en recriminarle que sus ideas perjudicaría la inocencia de los niños, además de poner causarles trastornos mentales y espirituales.
¿El fin del misterio?
El misterio duró hasta febrero de 1983 la revista Journal of Photography, publicó una carta de Elsie (enviada por ella misma) en donde confiesa que todas las fotografías, salvo una, la del Nido de Hadas, fueron fabricadas por Frances y ella. La entonces octogenaria dama relató que las fotos fueron fabricadas con unas imágenes femeninas recortadas de revistas y fijadas al suelo con alfileres de sombrero. Nunca pensó, según propio testimonio, que las fotografías tuvieran el revuelo que llegaron a tener.
No obstante, quien no confirmó el engaño fue la niña Frances, ella declaró que Elsie había declarado el fraude agobiada por las terribles persecuciones de la prensa, las mismas que la obligaron a viajar a los Estados Unidos: “Pero nosotras realmente veíamos las hadas, y las fotos son auténticas…” Señaló hasta el fin de sus días.