En el mar, aparte de las verdaderas sirenas, viven una multitud de hadas acuáticas, que pertenecen al mar tanto como los peces.
Las hay de muchas variedades, con distintas formas y colorido, aunque en general pueden dividirse en tres clases:
Primero, existen las hadas que viven en la superficie de los mares, especialmente en calas y bahías. Semejan bebés rollizos, y son extremadamente simpáticas. Muestran diversos coloridos y tamaños distintos. Juegan, dejándose mecer por las olas cuando el oleaje es liviano, y saltan y hacen cabriolas sobre las
olas de las grandes marejadas. Siempre van en grupos de tres o cuatro de ellas, o incluso más numerosos.
Son amigas del hombre, al que no obstante consideran excesivamente serio, y pueden darle parte de su energía vital. Acostumbran a seguir a los nadadores, a fin de poder ayudarles en caso de necesidad.
Otra clase la forma una familia de hadas acuáticas, de mayores dimensiones que las anteriores y de carácter y aspecto también muy diferentes. Son unas hadas altas, con aspecto más humano, pero sumamente delgadas hasta el punto de parecer esqueletos vivientes. Pese a ello, resultan bastante atractivas al ojo humano. Poseen ojos azules, muy profundos, y su cabello es parecido a las algas filamentosas. Sus brazos carecen de extremos articulados y sus piernas son bastante vagas.
Se muestran indiferentes a los seres humanos y no siempre viven en la superficie de las aguas, sino a bastante profundidad. La tercera clase o variedad de hadas marinas habita las profundas simas oceánicas. Su aspecto es harto desagradable, semejando gorilas enormes. Están cubiertas por un denso pelaje, de color azulado, aunque su material es casi inconsútil. En realidad, pertenecen a la clase más inferior de la escala de las hadas, y prácticamente carecen de inteligencia y de emociones, aparte de las más primitivas.
En ocasiones, afloran a la superficie del agua, curiosas de ver y conocer a los seres humanos, y a tomar parte en los juegos de sus congéneres, las otras hadas marinas. Esto, naturalmente, suelen hacerlo de noche, ya que no les gustan los trastornos causados por la esplendorosa luz solar.
Estas hadas, en el conjunto de las tres clases mencionadas, aunque algo inferiores a sus colegas terrestres, ejercen una función importante dentro del mar, puesto que cuidan de la vida acuática de igual manera que las hadas de tierra se ocupan de las plantas, directamente, e indirectamente de los seres vivos. Esta función bienhechora para todos los habitantes marinos la realizan por medio de una especie de succión ejercida por una serie de puntos luminosos que tienen en su cuerpo, succión exterior que tiene lugar cuando se mueven, y que les extrae parte de su vitalidad, cediéndola a otros cuerpos.