A nivel mental, la relajación tiene muchísimos beneficios: No sólo nos despeja, sino que nos permite pensar con mayor claridad y de una forma más creativa, puesto que al relajarnos, se activan ambos hemisferios del cerebro.
Provoca una sensación de paz y tranquilidad que dura a lo largo del día. Además, estos beneficios son acumulativos y evolutivos: a más relajación, más tranquilidad.
Las técnicas de relajación están especialmente indicadas en los trastornos de tipo psicosomático y en todas aquellas alteraciones, en que la ansiedad o angustia, es la que provoca los desórdenes funcionales.
Como hábito psicoprofiláctico podría estar indicada para la mayoría de la población en todas aquellas situaciones estresantes de la vida diaria como los exámenes, el estrés laboral, las relaciones conflictivas, etc.
LA TÉCNICA DE LA RELAJACIÓN
PREPARACIÓN
Es mejor practicar la relajación sentados, ya que es fácil quedarse dormido. Por tanto, prueba de encontrar una silla en la que puedas sentarte cómodamente y apoyar la espalda, la cual deberá permanecer siempre recta.
Procura que los pies toquen el suelo, y ponlos en forma paralela. Pon también las palmas de las manos sobre los muslos. Esta es la postura en la cual ninguno de tus músculos se verá sobrecargado, y podrás relajarlos de forma más eficaz.
Utiliza ropa cómoda, holgada, que no te aprete por ninguna parte. Quítate los zapatos. Si tienes el pelo largo, suéltatelo. Quítate el cinturón. Lo que queremos conseguir es liberarnos de todas las presiones y las tensiones.
Procura que la luz sea la adecuada. Ni muy brillante como para inteferir o desconcentrarnos, ni muy oscura como para quedarnos dormidos.
Apártate de cualquier estímulo que pueda interrumpir la relajación: desconecta el móvil o descuelga el teléfono, apaga la televisión o la radio. Si lo deseas, puedes poner una música suave, con sonidos de agua o de naturaleza.
Finalmente, mentalízate, piensa que este momento de relajación es un momento sólo para ti, que te lo mereces, y que te lo dedicas a ti mismo para encontrar paz, tranquilidad de espíritu, para estar siempre mejor, mejor y mejor.
REPOSO
Efectuar varias respiraciones profundas y completas antes de continuar con la relajación.
Llevar la atención sobre todo el cuerpo para colocar la cabeza naturalmente bien en el eje del cuerpo. Relajar los musculos subiendo desde los dedos del pie hacia la cabeza.
Pensar varias veces las autosugerencias siguientes: "Mi cuerpo se somete cada vez màs al control de mi voluntad". Mis músculos se relajan cada vez más". "Estoy en la serenidad y la paz".
CONTROL DEL PENSAMIENTO
Escuchar los latidos del corazón. Si éste se acelera no hay que perturbarse. Tratar de controlar el ritmo cardiaco visualizando el corazón y hablándole para decirle "Mi corazón se somete al control de mi mente, se relaja, se relaja...".
Continuar "localizando" mentalmente los diferentes órganos del cuerpo y tratar de ser concientes de cada uno de ellos. Durante los primeros ensayos de éste ejercicio, visualizar solamente los órganos principales. (Estómago, pulmón, hígado etc.).
POSITIVIZACIÓN DEL SUBCONCIENTE
Repetir mentalmente unas afirmaciones positivas con respecto a los problemas psíquicos (Por ejemplo la timidez, la tendencia a la colera o la violencia, el nerviosismo, etc.). Por ejemplo "Estoy cada vez más tranquilo, calmado.....". "Me relajo a voluntad. Yo soy el dueño de mi cuerpo. Yo domino mi cuerpo y mi mente.
Repetir mentalmente las afirmaciones positivas para favorizar el olvido de los problemas cotidianos. "Yo voy hacia un futuro mejor...". "El sentido de mi existencia es la ayuda al prójimo....."
Estírese cuanto pueda al levantarse, por la mañana.
Simplemente camine. Camine por el placer de caminar durante media hora todos los días. Puede optar por quince minutos por la mañana y quince por la tarde o noche. Mientras lo hace observe todo a su alrededor, personas, paisaje y descubrirá nuevos detalles cada día. Elija la marcha que desee y disfrútela.
Controlar la respiración, nos ayudará a controlar los nervios, en los momentos de máxima tensión, donde respirar se hace más difícil. El ser humano sólo utiliza un 20% de la capacidad pulmonar; concentrarnos en llenar las fosas nasales de aire y controlar cómo poco a poco vamos expulsándolo, provoca sosiego y tranquilidad.
Dormir bien es la regla número uno para mantener a raya los signos de fatiga que reflejan un aspecto empobrecido y lúgubre de nuestra imagen. Pero dormir bien no es sinónimo de “dormir de más” sino mejor, es decir, siguiendo un horario regular.
Los ojos y las rojeces con que acusan nuestro cansancio merecen una atención especial. Algo tan sencillo como taparlos con las palmas de las manos sin que éstas lleguen a tocarlos proporciona una sensación de descanso inmediato. La oscuridad y el calor relajan los globos oculares.
Los automasajes circulares en la nuca, alrededor de las sienes, en el cuello y en el cuero cabelludo proporcionan una sensación de descanso absoluto.
Un baño caliente recupera y estimula el organismo; en su defecto una ducha focalizando el chorro en hombros, riñones y cuello y evitando las zonas de difícil circulación como los pies y las piernas, facilita un descanso tranquilo. Si además, estimulamos la piel con fricciones con unas gotas de aceite la sensación de relax será total.
Escuche música suave y relajante, cierre los ojos e imagínese o recuerde momentos agradables de su vida.