Existen días en que parece que tenemos un radar especial para captar todo lo negativo. Ni siquiera sabemos por qué, pero nos levantamos con la firme convicción de que todo va a ir mal: el trabajo, la pareja, la familia… poco a poco nuestras expectativas de todo lo que será negativo crecen y crecen, hasta que llega un momento en que nos encontramos totalmente hundidos, perdemos la confianza en nosotros mismos y la esperanza de que las cosas. Sin saber cómo, nos vemos atrapados en una red de pensamientos e ideas negativas de las que no podemos salir.
Cuando pensamos de forma negativa, sólo vemos los problemas y los obstáculos a los que tendremos que hacer frente cuando realicemos cualquier cosa. Si pensamos de forma positiva, no por ello dejaremos de ver los obstáculos (ser positivo no es ser ingenuo), pero sí podremos ver la manera de sortearlos. ¿Cómo lograr entonces transformar los pensamientos negativos en positivos?
Una parte importante para lograrlo es cuidar de nuestro cuerpo. La falta de sueño, el estrés, el cansancio extremo o la enfermedad pueden hacer que nuestras barreras contra los pensamientos negativos sean más débiles.
Si se da alguna de estas circunstancias, simplemente deberemos corregirlas y observaremos cómo nuestro estado de ánimo mejora.
También es conveniente analizar el pensamiento negativo, sopesando creencias a favor y en contra del mismo. De ese modo, lo podremos observar de forma más objetiva y podremos rechazarlo o darle la vuelta. Nuestro pensamiento siempre reflejará una idea peor de lo que será en realidad.
Si no sabes cómo manejarlo, formula el pensamiento de forma negativa. Aunque parezca simple, este acto bastará para darle a nuestro cerebro una nueva perspectiva que nos ayudará a salir de la negatividad.
Finalmente, busca algo positivo. Aunque no lo hayas percibido, seguramente hay algo bueno en tu día. Rescátalo y busca más hechos o cosas positivas.