Privarse del amor es perder la oportunidad de una de las mayores y mejores experiencias de transformación y bendición de la vida. Dentro de cada individuo se mantiene latente el anhelo de volver a enamorarse, de confiar en otra persona, de entregar su corazón, de “revivir” la capacidad de compartir y de ser feliz en una relación de pareja.
Por ello, es importante aclarar que ninguna relación se desarrolla por casualidad. Algunos psicólogos y expertos hablan de feromonas, de compatibilidad de la personalidad, pero se olvidan de un factor importantísimo: una pareja es igual a dos almas que se han unido para crecer, no importa cómo, se han unido para aprender mutuamente cómo lograr el verdadero amor. La verdad es que todos somos maestros.
¿Qué hacer?
Comprender: Esta es una fase importante que puede desarrollarse aun en medio del dolor. Valorar qué paso en su vida, qué tipo de persona es después de esa relación, cuáles fueron los pro y contras y, sobre todo, es necesario hacer un reconocimiento profundo de cuál fue su rol en la pareja.
Perdonar-Soltar: El perdón es una opción, no una emoción. Es una de las herramientas más sanadoras que existen, sin embargo, no puede concretarse si no lleva la fase de soltar.
Volver a amar: ¡Confíe! Si ha aprendido las lecciones de la vida, se ha liberado de las cargas emocionales del pasado, valora su existencia en todos los roles que la vida le permite vivir y tiene claro qué quiere y qué no quiere en su vida, está listo para abrir su corazón. Ánimo, nunca es tarde para empezar.
Sanar: Luego de haber perdonado y soltado se empiezan a sanar las heridas más profundas, esto incluye el habernos auto perdonado. La etapa de sanar involucra tiempo para sí mismo. Es un tiempo de redescubrimiento de quiénes somos, qué deseamos de la vida. Es un tiempo para estar solos, sin pareja. Para compartir con amigos, familia. Es un tiempo de ensayo para amarnos y dejarnos amar.
Una buena manera de marcar un corte e instaurar un nuevo comienzo es haciendo algún cambio que se note: cambiar de imagen, modificar algo en la decoración de un cuarto de casa, anotarse en un gimnasio o en un curso que deseaba, hacer algo bonito por usted, aunque sea pequeño.
Muchas personas se esfuerzan por perdonar a sus ex parejas, hijos, amigos, pero no logran superar las emociones negativas. Y estas al final se convierten en resentimiento. La dificultad reside en que el resentimiento puede ser una emoción pasiva, pero altamente abrasiva de su espíritu, corazón y mente. Puede estancarlo durante largo tiempo, haciendo que atraiga muchas veces más dolor, traición y desamor. Usted se preguntará ¿qué pasa conmigo?, ¿por qué vuelve a pasarme esto? Y la respuesta está en que su alma, lo más íntimo de su ser, sigue “enmarañada” en miles de lazos emocionales que lo atan a usted y a la persona que le hizo daño.
El amor no ata ¡jamás!, pero las emociones de baja frecuencia (ira, resentimiento, frustración, miedo, tristeza) ¡esas, sí! y se convierten, espiritual y psicológicamente hablando, en una telaraña que le impide ser libre fácilmente.
Por esta razón es que siempre les decimos a nuestros pacientes que si desean perdonar es importante que vivan la experiencia de la terapia del corte de lazos.
Es una verdadera liberación del alma. Le permite a él o ella renovar su energía vital y retomar su vida de una manera más positiva y propositiva.
Por: Verstat
Terapeuta holística – Maestra sanadora