En un mundo que fomenta que te odies de las más diversas formas posibles, conservar la alegría y el amor propio es la verdadera revolución. Es la mejor forma de izar la bandera de nuestra forma de vivir, de nuestro inconformismo ante las injusticias sin perder el ritmo que nos marcan las sonrisas, los abrazos y la atención humana y cálida para todo aquel que la necesita.
Cuestionarnos no es esclavizarnos para ser mejores personas, es liberarnos para poder llegar a serlo.Normalmente nos cuestionamos de forma inversa: todo lo que soy no llega a ser lo suficientemente bueno en nada. No estoy a la altura de lo que me demandan.
No soy lo suficientemente atractivo, no soy lo suficientemente buena madre,jamás lo conseguiré, es lo que me dicen y lo que yo me creo. Rebélate ante tanto malestar y proclama la revolución de tu propia alegría. Sonríe, confunde a la gente que te espera acompañada de la tristeza.
La revolución de la alegría que todos poseemos
Con tantos mensajes contradictorios y tanta incertidumbre es hasta normal que tengamos la tentación de odiarnos. Odiar nuestra existencia porque parece que no somos libres de ejercerla con libertad. Pero cuanto más te odies, más razón darás a aquellos que quieren que lo hagas. Es la hora de cuestionar todo lo que nos ha llevado a llegar a odiarnos y sentir culpables, es hora de cuestionar la tristeza para hacer la revolución de la alegría.
Sal de esa cárcel autoimpuesta de dolor y sufrimiento, donde residen todos los agravios del pasado, las demandas inalcanzables y la culpabilidad marchita e hiriente. De todas formas nunca podremos ser perfectos, eso no es ni mucho menos lo peor que nos puede pasar. Lo peor es perder la alegría y el amor propio porque crees que no eres lo suficiente bueno y que el peaje que debes pagar por ello es sentirte eternamente en deuda y fracasado.
Si el sentimiento es el lenguaje del alma el mío en estos momentos , me invita saber desprenderme, dejando ir aquello que me frena, todo ese lastre innecesario con el que he cargado hasta ahora en mi mochila, impidiéndome crecer y desarrollarme como ser humano, como persona Saber desprenderse significa saber dejar ir aquello que nos frena y nos limita como ciertos hábitos, personas, relaciones o costumbres. Saber desprenderse es algo que todos deberíamos hacer en algún momento de nuestras vidas para rediseñarlas con nuestros valores y poder hacer cambios profundos.
Vivir con libertad implica asumir derechos y deberes, pero no exigencias inútiles, mucho menos si éstas no tienen nada que aportarte. Escoge todo aquello que te hace sentir bien y que no hace daño a nadie. Así de simple, así de efectivo.
Tú puedes ejercer una pequeña revolución en el mundo.Puedes demostrar que pese a todo lo malo vivido, te empeñas en mejorar y en hacer exportar un producto original que ni se compra ni se vende: la aceptación incondicional de ti mismo, el compromiso con las cosas que de verdad te importan y la ausencia de interiorizar estereotipos y estigmas que no te pertenecen.
“¡Cuán bueno hace al hombre la dicha! Parece que uno quisiera dar su corazón, su alegría. ¡Y la alegría es contagiosa!”-Fiodor Dostoievski-