¿Te imaginas poder tener tu propio árbol de las preocupaciones? Un lugar propio donde disponer todas esas ideas que nos producen desasosiego, intranquilidad e inquietudes varias y que nos permitiera analizarlas desde lejos. Esto nos liberaría de una gran carga pesada que todos los días arrastramos a nuestras espaldas, mientras esa pesadez va aumentando a cada momento.
Es inevitable preocuparse. Nuestra mente trabaja la mayoría del tiempo en base a miedos y dudas por lo que hicimos, hemos hecho o haremos. Sin embargo, muchas personas logran aparcar estos pensamientos tan abrumadores que a veces nos resulta complicado ignorar. La consecuencia es un terrible pesar que nos acompaña sin descanso.
“Hay dos tipos de preocupaciones: las que usted puede hacer algo al respecto y las que no. No hay que perder el tiempo con las segundas”
-Duke Ellington-
El árbol de las preocupaciones
Nada mejor para entender cómo funciona el árbol de las preocupaciones que leyendo esta preciosa historia que protagonizan un carpintero y su curiosos jefe.
“Un rico comerciante contrató a un carpintero para restaurar una antigua casa colonial. Como el comerciante era de esas personas a las que les gusta tener todo bajo control y le preocupaba que el trabajo no quedase bien, decidió pasar un día en la casa para ver cómo se iban desenvolviendo las obras.
Al final de la jornada laboral, se dio cuenta de que el carpintero había trabajado mucho, a pesar de que había sufrido varios contratiempos. Para completar el día de mala suerte, el coche también se negó a funcionar, así que el empresario se ofreció a llevarle a casa.
El carpintero no habló durante todo el trayecto, visiblemente enojado y preocupado por todos los percances que había tenido a lo largo del día. Sin embargo, al llegar a casa invitó al comerciante a conocer a su familia y a cenar, pero antes de abrir la puerta se detuvo delante de un pequeño árbol y acarició sus ramas durante unos pocos minutos.
Cuando abrió la puerta y entró en casa, la transformación era radical: parecía un hombre feliz. La cena transcurrió entre risas y una animada conversación. Al terminar la velada, el carpintero acompañó al comerciante al coche. Cuando pasaron por delante del árbol, este le preguntó.
– ¿Qué tiene de especial ese árbol? Antes de entrar estabas muy enfadado y preocupado, pero después de tocarlo eras otro hombre.
– Ese es el árbol de los problemas, también conocido como el árbol de las preocupaciones -le respondió el carpintero-. Soy consciente de que no puedo evitar los contratiempos en el trabajo, pero no tengo por qué llevarme las preocupaciones a casa. Cuando toco sus ramas, dejo ahí las preocupaciones y las recojo a la mañana siguiente, cuando regreso al trabajo. Lo interesante es que cada mañana encuentro menos motivos para preocuparme que los que dejé el día anterior.
Esa noche, el rico comerciante aprendió una de las lecciones más valiosas de su vida”
Las preocupaciones no evitan el mañana
Las preocupaciones no evitan el mañana
Todos tenemos preocupaciones y muchas de ellas se deben a la incertidumbre de nuestro futuro. Pero, ¿realmente la preocupación de hoy evita el mañana? Ver más »
Una valiosa enseñanza
Las preocupaciones son como estar en una bicicleta estática. Por mucho que pedaleas nunca llegas a ningún lugar. El árbol de las preocupaciones no es más que un ritual que puede ser practicado gracias a la meditación. Respirando cuando más frustrados nos encontremos, encontrando esa relajación que permita que nuestras emociones negativas se liberen.
A algunas personas les funciona mucho mejor salir a correr, dar un paseo o escuchar algo de música. Tú elijes la forma que tendrá tu árbol de las preocupaciones donde dejarás colgado todo ese peso inútil. Es como sacarse los zapatos tras una dura jornada laboral. Te sientes aliviado.
Como bien nos enseña la fábula anterior, cuando dejamos las preocupaciones a un lado y las vemos al día siguiente, nos damos cuenta de que tenemos muchos menos motivos por los cuales rompernos la cabeza. Esto es porque los vemos con perspectiva, con la mente fría producto del descanso. Cuando nos damos tiempo para retomar todo eso que nos inquieta, somos conscientes de que no tiene la importancia que antes le habíamos dado.
¿Qué ocurre si hay un pensamiento que me resulta difícil soltar? Entonces es imprescindible que le dediquemos parte de nuestro tiempo. Pueden ser 15 minutos o media hora. Reflexiona sobre eso que tanto te ronda y piensa en su origen, las consecuencias que puede tener, si es realista o no. Cuando termines, podrás ponerle solución, si la tiene. Si no, tan solo desecha esa preocupación.
Cero preocupaciones; todo llega, todo cambia, todo pasa
Angustia, ansiedad, malestar… Todo eso queda en el pasado si aprendes a plantar hoy tu árbol de las preocupaciones y lo utilizas como un detonante de la dinámica mental particular que representa dicho árbol. A base de práctica conseguirás sacar de tu mente todas esas ideas que te hacen sentir tan mal y que no te permiten vivir en paz. Es el momento de aparcar a un lado todo lo que nos impide disfrutar del presente.
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