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La psicología positiva nos anima a cuestionarnos que pensamientos y acciones podemos cambiar para ser más felices. La idea es que debemos cultivar emociones positivas, alimentar y cuidar de las relaciones sociales y realizar actos de bondad.
Estos ejercicios te ayudan a ser consciente de lo positivo de tu día a día. No estás inventando nada. Te estás dando cuenta de ello. Pruébalo.
Tres cosas divertidas: Escoge tres cosas divertidas que hayan ocurrido en tu día y por qué ocurrieron: ¿Fuiste tu que las causaste directamente, fue algo espontáneo o fue otra persona? La capacidad de reírse de uno mismo y de la adversidad es algo muy positivo, poder relativizar y no tomarnos las cosas demasiado en serio.
Escribir un diario: Aparte de ser una herramienta de auto-reflexión muy poderosa también nos permite documentar los cambios positivos en nuestra forma de pensar y en nuestras acciones. Es un método útil para superar emociones negativas, expresarlas de forma sana y transicionar a un estado más positivo. Para las narraciones de cosas positivas o logros procura incluir estos apartados: ¿Qué ocurrió?, ¿Por qué ocurrió?, ¿Qué hice bien?, ¿Cómo ayudé a que eso ocurriera?. Para las narraciones de problemas: ¿Cómo me esta esto obstaculizando?, ¿Que pensamientos y acciones puedo llevar a cabo para salir de ese obstáculo, para vencerlo?, es decir, enfócalo como una herramienta de solución de problemas.
Visualiza tu futuro: Céntrate en las diferencias con el momento presente y en cómo conseguirás esos cambios, esas metas. Céntrate en cómo te sientes en ese futuro y en cómo responden los demás a ese nuevo tú. Posteriormente piensa en cómo utilizarás las técnicas y hábitos que estás aprendiendo en el camino para ayudar a los demás.
Contar los gestos de bondad: Lleva la cuenta de los actos generosos o bondadosos que realizas durante el día y aquellos que observas. Sonreír a la gente, ayudar a alguien a cruzar, recoger algo que se le ha caído a la persona de enfrente, etc…
Visita de gratitud: Piensa en alguien al que tengas algo que agradecer, que te haya ayudado, que ha sido amable o bondadoso contigo. No familiares ni pareja. Escríbele una carta a esta persona, explicándole cómo te han ayudado y el impacto de su influencia, su conducta y su gratitud en ti. Queda con esa persona, léele la carta y posteriormente regálasela.
Cultiva una perspectiva positiva: Intenta cambiar tu punto de vista cuando te asalten pensamientos negativos, busca algo positivo o bondadoso a tu alrededor. Si sientes ansiedad observa las flores a tu alrededor, escucha los pájaros, siente el aire que roza tu piel, observa a la gente de la calle, los niños riendo, las familias paseando. Todos sufrimos pero frecuentemente los pensamientos negativos son inútiles, no resuelven la situación (si es que esta es real y no un pensamiento en sí) y nos hacen sentir peor. Las emociones no son hechos y podemos cambiarlas si nos esforzamos.
Con la práctica estos procesos de observar lo positivo, ser más resilientes y generosos, etc… se vuelven automáticos, el cerebro aprende a corregirse mejor, a cambiar el chip cuando está negativo y ello se debe a que sabemos reconocer cada vez mejor cuando los pensamientos toman la dirección equivocada. La observación lleva a la detección y esta a la posible modificación.
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