Siempre es más fácil criticar los errores de alguien que elogiar sus virtudes…
Sin embargo, los psicólogos conductistas han mostrado que el terrón de azúcar del elogio es un factor de motivación mucho más efectivo que el látigo de la desaprobación y un modo mucho más satisfactorio de conservar las amistades.
Las personas que viven ofreciendo flores en lugar de palos (una sonrisa, una palmada en la espalda y una ocasional palabra de aliento) contribuyen más a crear armonía y disminuir los niveles de tensión que una carrada de tranquilizantes.
Con frecuencia es difícil resistir la tentación de encontrar fallas en la conducta de los demás. Esta conducta destructiva es a menudo la expresión de un mecanismo de defensa psicológico conocido como proyección, el recurso usado para transmitir la culpa, por el que atribuimos a los demás defectos que no deseamos reconocer en nosotros mismos.
Un modo de superar esa tendencia a encontrar “la paja en el ojo ajeno”, es tomar como norma de evitar la crítica a la conducta de los demás hasta conocer plenamente las circunstancias de dicho comportamiento.
Una mejor comprensión de sus problemas y una apreciación más clara de sus razones nos ayudarán probablemente a encontrar menos motivos de crítica. Ya que, como dice el refrán francés Tout savoir, c’est tout pardonner; “Saberlo todo es perdonarlo todo”.
Una vez más, tenemos mucho que aprender de las culturas antiguas, que muestran mayor tolerancia y comprensión hacia las pequeñas faltas de los demás, una actitud de indulgencia que se manifiesta en forma encantadora en la plegaria de los indios norteamericanos: “Quiero estar seguro de no criticar a mi prójimo hasta que no haya caminado una milla en sus mocasines”.
Reflexión; tacto, cortesía, amabilidad, comprensión, indulgencia y generosidad son los rasgos de una conducta que mejoran las relaciones humanas, estimulan las amistades y en consecuencia mejoran nuestra salud neurohormonal.
Estas cualidades también permiten a grupos de individuos trabajar juntos en un equipo cohesivo y efectivo, lo que significa que al ejercitar estas habilidades sociales no sólo aseguraremos nuestra supervivencia sino también la de las comunidades en las cuales vivimos y trabajamos.
A todo el mundo le gusta recibir un elogio y a mi en particular ¡Me encanta recibirlos y darlos!