Escrito por Ariamne Riera
Vamos a empezar definiendo qué quiere decir rectificar. Existen muchas definiciones, pero la que se adapta al motivo de este post es la siguiente: Se entiende por rectificación a la acción de corregir falencias o fallas, es decir, no es más que admitir un error o retractarse e inmediatamente realizar la modificación en cualquier contexto en el que se suscitó la falla.
Pues bien, en el mundo en el que vivimos este tipo de correcciones están muy ligadas a los valores y principios con los que hemos sido criados, ya que una persona que tiene una educación basada en el respeto, en la verdad, puede caer en ciertos errores propios del momento, sin embargo, sus principios y valores son los que hacen que reaccione y rectifique ante cualquier daño causado.
En nuestros sitios de trabajo es muy común tener situaciones incómodas, dejarse llevar por la impotencia ante una injusticia, por la indignación ante una inmoralidad, o por la tristeza cuando eres testigo de la falta de respeto hacia tu trabajo. En esos momentos solemos decir cosas sin pensar, ya que estamos movidos por todos estos sentimientos que no sabemos manejar. A veces por no saber manejar precisamente estas emociones podemos herir con nuestras palabras a personas. Pues bien, todos, absolutamente todos, estamos propensos a estas situaciones, la diferencia entre una persona y otra es lo que decide hacer luego de que pasa el ofuscamiento, luego de que las emociones vuelven a su estado natural y vuelve a reinar en nuestra mente y en nuestros sentimientos esa paz interior que nos permite autoevaluarnos al final de cada día.
Cuando llegamos a nuestro estado de calma, luego de desahogarnos con un amigo, con nuestra pareja, nuestro psicólogo o en mi caso cuando medito sobre mi día, soy capaz de verme a mí misma como mi propio espectador de lo que he hecho o lo que he dicho. En ese momento en el que encuentro la serenidad y la objetividad que me faltó en alguna situación identifico mi mal proceder, alguna acción mal hecha o alguna palabra ofensiva.
Una vez que identifico ese momento, o eso que dije, en el que no le hice justicia a mis valores y principios tomo la decisión de rectificar, de enmendar eso que hice o dije que pudo dañar o herir a alguna persona. Cuando decidimos pedir perdón por una mala acción mas allá de sentirnos disminuidos, debemos sentirnos orgullosos. El decir “lo siento”, “perdóname”, “hice mal” dice mucho de nosotros mismos, ya que somos humanos y cometemos errores, pero también admitimos que somos responsables de nuestras acciones y, más aún, que somos valientes al darnos la oportunidad de rectificar.
Lo más importante de todo esto es que cuando rectificamos no solo lo estamos haciendo hacia la persona o personas a las que le hicimos mal, sino que nos damos la oportunidad de perdonarnos a nosotros mismos de haber faltado a todo lo que defendemos y profesamos, nos damos la oportunidad de crecer desde la corrección de las fallas.
“Solo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores”. Benjamin Franklin