Doña Belén tiene 75 años de edad... y vive sola.
Casi no sale de su casa: los domingos a Misa, y una vez por semana a hacer las compras. Habla consigo misma en voz muy baja, o le habla al retrato de su marido, cuando barre la pequeña sala.
De vez en cuando la visita una amiga que vive en la colonia. Toman un cafecito y hablan de los lejanos días escolares, de los bailes a los que iban de muchachas. La amiga le pregunta por sus hijos:
—Trabajando –contesta siempre doña Belén.
Vino un padre a la parroquia y dio unos ejercicios. Joven, no hablaba del infierno... sí del cielo.
—A ver –preguntó–. ¿Qué idea tienen ustedes del cielo? ¿Cómo creen que es el cielo? Dígame usted, señora.
La señora era doña Belén. Tímidamente contesta:
—Para mí el cielo es un lugar donde los hijos visitan a sus madres.
Doña Belén tiene 75 años... vive sola. Dio a sus hijos sus noches y sus días... y ellos no le dan una hora.
Autor desconocido.