1. Compartimenta. El primero de todos es esencial. Compartimenta. Divide en partes todo lo que tienes que hacer. El agobio viene de ver el cuadro completo. Es por eso que tenemos que dividir y compartimentar para poder serenarnos y entrar en la acción. Crea conjuntos y subconjuntos. Y los subconjuntos en las partes más pequeñas posibles. Me explico. Con el libro, por ejemplo, lo estoy teniendo que hacer práctimente yo todo. Y cada vez surgen más y más cosas. Es el cuento de nunca acabar. Es por eso que voy tomando notas de tareas muy concretas que tengo que realizar. E ir completándolas una por una. Eso sé que mantiene la maquinaria en movimiento. Pero cuando no estoy haciendo ninguna de estas tareas, me olvido completamente de ellas. Ya que el modus operandi que utilizo es el del siguiente punto.
2. Vive el momento. ¡Exacto! Lo único que importa es LO QUE ESTÁS HACIENDO EN ESTE MOMENTO. Lo demás no importa un carajo. De hecho de esto habla uno de los capítulos del libro. Y si yo no lo pongo en práctica… De verdad, no hay nada más importante que lo que haces en el ahora. Todo lo demás es una ilusión. La impecabilidad es eso. Sumergirte en la actividad que tienes entre manos. Exclusivamente en ella. Y olvidarte, LITERALMENTE, de todo lo demás pendiente. Si trabajas en el ordenador, cierra todas las demás ventanas. Centráte exclusivamente en la actividad que tengas entre manos. Respírala. Vívela. Y cuando hayas terminado con ella ya habrá tiempo de reflexionar, reorientar rumbos, divagar con otras ideas, o embarcarte en otra actividad. Para lograr llevar esta práctica a cabo, meditar hace maravillas.
3. Diferencia entre gestor y creador. Nuestra mente tiene muchos modos de operar, pero una distinción clara es la que definen nuestros hemisferios cerebrales. Mientras el izquierdo se ocupa de nuestro lado más análitico y racional, el derecho se encarga de lo más creativo y emocional. Saltar de uno a otro es esencial cuando quieres llevar a cabo proyectos personales, ya que su consecución requiere de ambos modos. Y ambos modos se mueven a velocidades distintas. Hacer una llamada, escribir unos emails, trazar unos planes, elaborar listas, pueden ser tareas más del gestor. Más racionales y lógicas. Pero no sólo eso, sino tareas que requieren de menor tiempo de elaboración. Tu cabeza va en estos casos más rápida. En cambio, si quieres escribir un artículo, un capítulo de un libro, diseñar una portada o escribir una canción, te tienes que sentar y dedicarle un período de tiempo mayor. Tu mente se debe encontrar sin presión, sin estrés y relajada. Sin el ritmo vertiginoso que pueden tener las otras tareas más de gestión. Otra forma de diferenciarlo sería el modo CEO (director) y el trabajador. El CEO diseña, programa, idea, adopta una visión, se inspira… Mientras que el trabajador ejecuta. Puede ser escribir un artículo o convertir un libro en word a un formato que sea legible por un ebook o un kindle. Son dos modos que lleva a cabo una misma persona, pero el enfoque y el estado interno con que se enfrentan las tareas son distintos, y el practicar saltar de uno a otro te ayuda a ir diferenciándolos cada vez más y más.
4. Confia en la incertidumbre. En el proceso de creación de este libro me he encontrado con momentos inesperados de obstáculos que no tenía ni la más remota idea de cómo salvar. Y si a eso le añades el agobio de otras tareas, puedes llegar a desesperarte. Sobre todo cuando está en tus manos casi todo el proceso porque no dispones de otros medios. Pero créeme. Es posible. De hecho, ahí está la gracia. Pero hay que confiar. En tu inconsciente y en la vida. Lo que en un momento se ve completamente oscuro e insalvable, en otro momento se convierte en un triunfo. Siempre surge una manera, una inspiración, una ayuda amiga, una página web bendita… Confiar… Y, ¿cuándo se confía?, ¿cuando lo ves todo claro y luminoso? NOP. La confianza sólo es necesaria cuando lo ves todo oscuro, perdido y estresante.
5. Aprende a soltar. Muy relacionado con el punto anterior pero con un matiz. Tienes unas fechas para realizar algo. Objetivos. Presión. Listas enormes de tareas. Tienes la sensación de que no llegas. Y en mitad de la ejecución de todo eso, aparece algo que no estaba en el guión: PETAS. Sí, no puedes más. Te sientes exhaust@. Tu cabeza no furula. Lo único que te apetece es tomarte una cerveza, quedar con alguien o dar una vuelta por el parque. Pero tienes todos esos objetivos y esas fechas que cumplir… Da igual. PARA. Déjalo. Tira la toalla. Que le den. En serio. Ese estado interno y esa percepción en la que te encuentras no ayuda nada. Porque DESDE AHÍ estás creando tu experiencia vital. Y necesitas reencontrarte. Despejarte y sentirte bien. Así que haz aquello que te pida el cuerpo. Y en cuanto puedas vuelves a ello. Porque descansar y tomarte un break no significa perder el rumbo. Significa que estás recargando las pilas y fluyendo contigo. Pero tu sueño sigue en el punto de mira. De esta manera sueltas el exceso de control y el perfeccionismo. Te dará tiempo, ya verás. Y además el tiempo es relativo. No es tan importante. Lo importante es que disfrutes del proceso. Y de esta manera disfrutarás más tanto del descansar como del trabajar.
6. Tolera la incomodidad. Este punto creerás que contradice al anterior. Pero no. Hay que encontrar el equilibrio. El descanso es necesario, y cuando estás trabajando mucho, de alguna manera sabrás que toca descansar. Intuirás que es bueno para ti ese cuidado. Pero muchas veces caemos en distracciones constantes para no hacer aquellas cosas que sabemos que pueden mover nuestra vida hacia adelante. Cosas que deseamos hacer pero que en ocasiones nos resultan desapacibles o simplemente hemos creado una capa de pereza en torno a ellas. Surge la incomodidad. Pero podemos perfectamente habitar la incomodidad. Si detectamos cuáles son nuestras estrategias para distraernos y evitar lo importante, podremos permanecer en la incomodidad y seguir adelante con nuestros proyectos más personales e importantes. Para ello puedes utilizar el siguiente punto.
7. Respira. Respira profundamente. Siente tu cuerpo. Baja de la cabeza. Siente el momento que vives. Ánclate en él en vez de salir corriendo con la cabeza. De verdad. No existe herramienta más poderosa en el mundo. Es la más poderosa de todas. Sin exageraciones. Nada la supera. Respira. Lleva tu atención a la respiración. Cierra los ojos. Abre si quieres las palmas de tus manos. Siente… El calor en tu cuerpo. La energía. Los distintos movimientos dentro de tu cuerpo. ¿Se te va de nuevo la atención a tus pensamientos? Vuelve a la respiración. Siente…
8. Prioriza. Céntrate en lo más importante.Es importante generar un avance de calidad más que de cantidad. Hacer aquellas cosas que realmente son importantes para ti y pueden cambiar tu vida. Las demás cosas se irán colocando solas. No intentes controlarlo todo.