Buena, bonita y barata. Así es la risa. Una fuente de optimismo y bienestar al alcance de todos (incluso de los más escépticos). ¿Te apuntas a seguir leyendo?
Ana Sánchez Juárez Quizá sólo por estadísticas seas uno de los 9,1 millones de espectadores que vieron Ocho apellidos vascos, del director Emilio Martínez Lázaro. Y seguramente elegiste esta película, frente a otras de las cartelera de ese fin de semana, porque te apetecía una cosa, y aquí no hay dato que valga, querías reír, reír y reír. Quizás porque se hablaba de terrorismo en clave de humor, o porque te encantaban los actores. O por los guionistas. Justo con ellos quedamos en un café de la madrileña zona de Huertas. Son Diego San José y Borja Cobeaga, que acaban de escribir
Venirse arriba (Planeta), una comedia sobre un padre, parado de larga duración y recién divorciado, que se marcha a Holanda dispuesto a vivir de la beca Erasmus de su hijo.Una novela con la que pretenden sino matarnos de risa en la butaca, hacerlo esta vez en el asiento del metro o más íntimamente en el sillón de casa.
Y como este es un reportaje sobre risoterapia, y ellos son unos profesionales de la risa comercial, que no de la carcajada fácil, les preguntamos cómo es eso de planificar en tu cabeza un chiste y conseguir que medio país lo abrace en comunión. “El humor viene muchas veces de tus propias inseguridades, de aprender a reírte de ellas. Nosotros nos reímos mucho, de nosotros y de lo que hacemos”, explican mientras resaltan que el libro pretende ser un homenaje a los padres de una generación que se pasaron la vida trabajando y tuvieron muy poco tiempo para el ocio, para la risa. Y aseguran que “jamás irían a un taller de risoterapia”. San José afirma: “Me daría mucho pudor. Para mí la risa es algo íntimo a oscuras, o con mis amigos”.
¡A reír!
Cuando nos reímos, activamos 430 músculos del cuerpo, de los cuales, algunos sólo los desempolvamos cuando lo hacemos a carcajadas.
Se fortalece el corazón porque aumenta el flujo sanguíneo, se relajan los músculos lisos de las arterias y, en consecuencia, se reduce la presión arterial; además, rejuvenece porque se tonifican los músculos faciales.
Cuando reímos, el cerebro provoca que nuestro cuerpo segregue endorfinas. De hecho, una simple sonrisa emite información que activa la liberación de esa hormona, la cual tiene la capacidad de aliviar el dolor.
Bajo costes y muchos beneficios
Desbloquea tensiones y equilibra emocionalmente.
Desarrolla la imaginación, intuición y creatividad.
Mejora las relaciones humanas y la calidad de vida.
Genera una actitud positiva estimulante para cambiar la forma de vida.
Ayuda a encontrarnos mejor con nosotros mismos y con los demás.
Refuerza la seguridad en uno mismo, así como la autoestima.
Previene problemas digestivos, migrañas, problemas cardiovasculares, arteriosclerosis, alergias, resfriados comunes, fatiga física y mental, insomnios y fortalece el sistema inmunológico.
Redescubre la alegría de jugar, recuperando la creatividad del niño interior que todos llevamos dentro.
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