Si usted permanece siempre en paz, alegre, de buen humor, agradable, tolerante, cuando su esposa o su marido entre en una onda de rabia, de irritabilidad o de impaciencia, usted no será alcanzado y, al mismo tiempo, estará trayendo al otro a su frecuencia mental. Diga mentalmente: "Calma, calma, calma, calma, todo está tranquilo…"
Usted verá que él comienza a calmarse y las aguas emocionales entrarán nuevamente en equilibrio.
No entre en discusión con su pareja. La discusión no lleva a nada. La discusión siempre se hace en estado de alteración cerebral y ahí no se llega a ningún resultado. Rehúsese a discutir. Cultive el diálogo, eso sí. El diálogo siempre es hecho en estado de calma, en un ambiente sereno, con la cabeza fría, y en este caso, la lucidez mental es bien activa, lo cual ayuda a encontrar un denominador común.
Cuando la conversación de ustedes dos desemboca en la discusión, usted debe parar de inmediato. Aunque él o ella siga importunando sus oídos con montones de insultos, encare la situación distraídamente. Recuerde que sólo le alcanza a usted aquello que coloca en su cabeza, por tanto simplemente no admita en su mente las ofensas que él o ella estuviera profiriendo, y quédese tranquilo. Así, usted estará desactivando la mecha de la bomba y todo volverá a la paz. Diga simplemente que ustedes van a dialogar sobre el asunto, en otra ocasión más tranquila y más provechosa.
Tener la última palabra no significa vencer ni significa estar con la verdad.
Lauro Trevisan