Dormir poco (o no lo suficiente) afecta a nuestro rendimiento diario y es también una circunstancia que
perjudica nuestras relaciones con los demás.
Lógico. Cuando estamos faltos de sueño, vemos la realidad de otro modo: es más pesada, más insoportable, más crispante. Y, claro, la realidad incluye personas…
A las personas odiadas, las odiamos aún más. A las queridas, las queremos o entendemos un poco menos.
Espera. Lo diré de un modo menos catastrófico, tal y como nos lo explican en
Psychology Today:
La falta de sueño interfiere con nuestra habilidad para manejar los conflictos y nos hace más propensos a pelear (con la pareja… o con quien se tercie).
Ahí, en esa página, nos hablan de un estudio reciente que lo confirma. Si no duermes bien:
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Aumenta la negatividad: Antes entras en cólera al llegar al cuarto de baño y ver que tu pareja se ha dejado el dentífrico destapado. ¡Que se prepare!
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Disminuye la empatía: Te encuentras a un amigo alicaído y eres menos proclive a preguntarte porqué está así. (Que no te venga con monsergas, que tú ya estás bastante fastidiado.)
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La resolución de conflictos es más difícil: Es más probable que aparezcan los malos modos y los desplantes en problemas que se resolverían con un poquito de tacto y paciencia.
Pero es que para eso hace falta… ¡dormir bien! Cómo, si no, va a estar una persona contenta, relajada y dispuesta a apreciar lo bueno de los demás…
El sueño es una cuestión de salud personal y también de
salud en las relaciones que mantenemos. Los psicólogos nos invitan no descuidar este aspecto tan básico.
Les sobra razón, ¿no crees?
http://tusbuenosmomentos.com/2013/08/convivencia-falta-sueno/