Has tomado la decisión de luchar por un objetivo. Estás totalmente
determinado a lograrlo, comprometido con tu meta.
¿Quieres mantener ese nivel de compromiso? Los tres puntos que vamos a ver son esenciales para que no decaiga.
1. Define exactamente lo que quieres
Sé preciso estableciendo tu objetivo, tanto el general, como los sub-objetivos.
Ejemplos: Quieres perder 10 kilitos de peso (con asesoramiento médico, por supuesto). Ni uno más, ni uno menos. Y, dado el objetivo general, lo divides en metas más pequeñas; un kilo en dos meses, por decir algo.
Quieres leer 10 libros. Lo mismo. Te propones finalizar uno por mes.
Quieres escribir 10 artículos. Igual. Uno por día; uno por semana o como fuera.
Decide qué vas a hacer y en qué tiempos.
Tenlo claro. Sólo con esto ya estás dando un gran paso para conseguir lo que quieres.
Por supuesto que puedes ir haciendo ajustes conforme avances. Es probable que los tengas que hacer, de hecho. Eso no quita que empieces a trabajar con un destino claro en mente.
2. Sigue a pesar de los obstáculos
Si lo que quieres conseguir es algo valioso,
da por sentado que habrá variados obstáculos que superar: Poco apoyo del entorno, tiempo escaso, dudas, problemas imprevistos, etc.
Sean los que sean, toma la decisión de afrontar los obstáculos que surjan en el camino. Sigue adelante.
3. Sigue cuando tengas la tentación de rendirte
Aunque no lo creas, la energía o el entusiasmo inicial decaen en algún momento. Eres humano.
Cuando el objetivo es difícil y llevas un tiempo esforzándote, atraviesas distintas fases. Una de ellas es ésta:
la tentación de abandonar.
Te sientes abatido, desganado, quizás porque has tropezado varias veces o porque la cuesta arriba está siendo más empinada de lo que supusiste al principio.
Tuya es la decisión de perseguir un objetivo. Y también es tuya la
decisión de dejarlo, pero no te apresures. No sucumbas al deseo momentáneo de darle una patada a todo lo que has hecho hasta ese punto.
Quizás mañana remonten los ánimos o encuentres la solución al problema que sea. O quizás consideres que es mejor enfocarte en un objetivo distinto. En cualquier caso,
medítalo con calma. Date tiempo.
Ya sé. Todo esto es general y muy sencillito de exponer. El meollo del tema es llevarlo a la práctica. Pero en eso estamos. Porque
hay objetivos que vale la pena perseguir con esa determinación inquebrantable.
¿A que sí?
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