Cuando, ante determinadas circunstancias, la mayor parte de las personas se rinden, ¿qué hace que algunos pocos se recuperen, y trabajen incansablemente hasta alcanzar el objetivo deseado, es decir, el éxito?.
Relacionado con la seguridad de sentirse capaz de enfrentarse y superar los obstáculos para cumplir objetivos propuestos, el concepto de Autoeficacia, acuñado por Bandura en la década de los ´70, ha sido clave en el ámbito de la educación, está muy vigente en el sector de la salud y la gestión de problemas sociales crónicos, en el deporte, y tiene cada día más importancia en los programas de formación de líderes de las empresas.
En cualquier ámbito que tomemos de referencia, los seres humanos nos enfrentamos a un casi infinito número de desafíos, retos y problemas, y es vital comprender la manera en que nos adaptamos y conseguimos (si lo conseguimos) superar nuestros retos cotidianos. A este respecto, puede decirse que las creencias que tenemos las personas acerca de nosotras mismas, son claves para el control y la competencia personal frente a estos problemas, desafíos y decisiones. Un concepto que va más allá del de autoestima.
Autoeficacia y autoestima se diferencian claramente, ya que la primera es un juicio de capacidades específicas, en vez de un sentimiento general de valor propio, que definiría más bien a la autoestima. “Es fácil tener autoestima, simplemente se pueden tener expectativas bajas”, dice Bandura.
Son varios los ejemplos más comúnmente citados para referirse a esta capacidad de aprender de los errores y fracasos, y consolidarse resolviéndolos: Walt Disney, que no tuvo una infancia fácil, hubo de enfrentarse a mil y una dificultades, (bancarrotas, robos de derechos de clientes principales, incluso llegó a ser despedido de un periódico por “falta de imaginación”), hasta que finalmente viera su sueño cumplido, en 1928, de la mano de un ratoncito al que, por sugerencia de su esposa, bautizó como Mickey. De cada fracaso, dicen que decía que “florecía una lección”.
Harry Potter, el libro de J.K. Rowling, fue rechazado por, nada menos que, doce casas editoriales, antes de que una editorial pequeña aceptara publicarlo. Los Beattles fueron rechazados por Decca Records, argumentando que sonaban mal. El mismísimo Michael Jordan fue expulsado (por jugar mal) en secundaria de su equipo de baloncesto. Thomas Edison intentó mil veces hacer una bombilla, sin embargo él, le declaró a un periodista: “No fallé 1,000 veces, el bombillo fue una invención con 1,000 pasos”. Una cosa es común a toda esta gente, y es que creen que un esfuerzo, persistente y tenaz, tarde o temprano, rendirá frutos.
El primer ejecutivo de General Electric, Jeffrey Immelt, al inicio de su carrera profesional, mientras experimentaba con productos químicos volátiles, tuvo un serio percance que acabó con el edificio en el que se albergaban los investigadores. En su biografía comentaba que “su confianza se derrumbó del mismo modo que lo hizo el edificio donde se hacían esas pruebas”. También afirma, que su director, lejos de sancionarle, le sugirió que dejara de lamentarse, e intentara aprender algo de ese lamentable incidente. Hace no mucho, en una entrevista comentaba: “Cuando alguien comente errores, lo último que necesita es disciplina. El trabajo en este punto es rehacer la autoconfianza”. Los resultados profesionales de J. Immelt a la vista están.
Tanta determinación no es innata, e incluso, según asegura Robert Brooks, psicólogo de la Escuela de Medicina de Harvard, “cualquiera puede desarrollar una mentalidad resistente a cualquier edad”, basta con entrenarse en dominar una tarea, tener como modelo a otros que hayan conseguido sus objetivos, o a través de la “persuasión verbal”, tal y como apuntó Bandura pionero de la teoría cognitiva de la autoeficacia.
Según dicha teoría, es muy importante la creencia en la propia eficacia, para que una persona se mantenga firme ante una situación adversa; por otro lado, se pone de manifiesto la fragilidad de dicha confianza, ya que según se ha probado, puede desvanecerse igual de rápidamente que se aprende.
En cualquier esfera de la vida, el concepto de Autoeficacia, adquiere especial relevancia, ya que según afirma el profesor Brooks “Uno de los grandes impedimentos en la vida, es el temor a la humillación”, y en la empresa, no sólo es importante, sino que es clave, ya que es preciso transcenderlo en aras de una eficacia organizativa.
Autor: Dionisio Contreras Casado