Cada uno de nosotros decide encarnarse en este planeta en un determinado punto del tiempo y del espacio.
Hemos escogido venir aquí para aprender una lección determinada que nos hará avanzar por el sendero de nuestra:
Evolución espiritual.
Escogemos nuestro sexo, el color de nuestra piel, nuestro país, y luego buscamos los padres que mejor reflejen la pauta que traemos a esta vida para trabajar con ella
Después, cuando hemos crecido, es común que les apuntemos con un dedo acusador, clamando:
«Mira lo que me hiciste».
Pero en realidad, los habíamos escogido porque eran perfectos para el trabajo de superación que queríamos hacer.
De muy pequeños aprendemos nuestros sistemas de creencias, y después vamos por la vida creándonos experiencias que armonicen con nuestras creencias.
Evoque su propia vida y fíjese con cuánta frecuencia ha pasado por la misma experiencia.
Pues bien, yo creo que usted se la creó una y otra vez porque reflejaba alguna creencia que tenía sobre sí mismo.
En realidad, no importa durante cuánto tiempo hemos tenido un problema, ni lo grande que sea, ni hasta qué punto pone en peligro nuestra vida.
El momento del poder es siempre el presente.
Todos los acontecimientos que hasta el momento le han sucedido en su vida han sido creados por los pensamientos y las creencias que tenía en el pasado.
Fueron creados por las cosas que:
Pensó y las palabras que dijo ayer,
La semana pasada,
El mes pasado,
El año anterior,
Hace diez, veinte, treinta, cuarenta o más años, según la edad que tenga.
Sin embargo, eso es su pasado;
Está hecho y acabado.
Lo que importa en este momento es lo que usted decida pensar y decir ahora mismo, porque esas ideas y esas palabras han de crear su futuro.
Su momento de poder es este presente en que usted está formando las experiencias de mañana, de la próxima semana, del próximo mes o del año que viene…
Tal vez tenga conciencia de lo que está pensando en este momento.
¿Es un pensamiento positivo o negativo?
¿Quiere que ese pensamiento esté determinando su futuro?
Pregúnteselo, dese cuenta.
Lo único con que tenemos que vérnoslas es siempre una idea, y una idea se puede cambiar.
Sea cual fuere el problema, nuestras experiencias no son más que efectos externos de nuestros pensamientos.
Incluso el odio hacia sí mismo no es más que odiar la idea que uno tiene de sí mismo.
Una idea que le dice:
«Soy una mala persona».
Esa idea genera un sentimiento, y uno acepta el sentimiento.
Sin embargo, si no tenemos la idea, no tendremos tampoco el sentimiento.
Y las ideas se pueden cambiar.
Cambie de idea, y el sentimiento se irá.
Una vez descubierto el origen de muchas de nuestras creencias, no debemos tomar esta información como excusa para inmovilizarnos en nuestro dolor.
Tampoco importa durante cuánto tiempo hayamos seguido una pauta negativa.
El momento de poder es el presente.
¡Qué maravilla es comprenderlo así!
¡Podemos empezar a ser libres en este mismo momento!
El dolor o el amor el sufrimiento o la alegría
Tu decides, tu decides
Bendiciones
Fuente: Luis Freire