“Cuentan que un día en que Moisés se paseaba por la montaña, se encontró a un pastor que le mostró la comida que había preparado. Había invitado al Señor a compartir la comida con él, y estaba seguro de que vendría. «¿Cómo puedes creer semejante cosa? le dijo Moisés. Nadie ha visto nunca a Dios y tú te imaginas que va a venir a compartir la comida contigo?»
Después, satisfecho de haber mostrado su gran sabiduría, siguió su camino dejando muy triste al pobre pastor. De repente, sintió que una mano invisible le golpeaba en la mejilla: era Dios quién le abofeteaba: «Insensato, le dijo, ¿por qué has puesto la duda en el corazón de este hombre? Estaba seguro que
yo iría a comer con él, y me disponía a hacerlo. Que esto te sirva de lección.
Como este pastor, que creía que Dios vendría a compartir su comida, si creemos que podemos invitar al sol a desayunar, vendrá, nos hablará y nos acompañará durante toda la jornada. Diréis que son cuentos para niños… Es posible. Pero hay una verdad que podemos aprender de los niños: que lo que creemos se convierte, de una forma o de otra, en realidad.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov