En los últimos años se han desatado numerosas teorías de la conspiración, quizás es tan solo una idea mía, quizás se han difundido más gracias a Internet o probablemente son un intento de explicar la crisis económica por la cual estamos pasando. De una forma u otra, lo cierto es que todos hemos escuchado alguna que otra teoría de la conspiración y nos hemos preguntado ¿por qué no?
La realidad es que son muchos los estudios que han relacionado las creencias conspirativas con la falta de confianza, los sentimientos de impotencia, un sentido de alienación y las ideas paranoicas. No obstante, otra línea de investigación afirma que quienes creen en las teorías de conspiración podrían ser personas de mente más abierta. De hecho, un estudio desarrollado en la Universidad de Winchester demostró que las personas que puntuaban más alto en los ítem de curiosidad intelectual e imaginación activa también eran más propensos a apoyar explicaciones alternativas para los ataques al World Trade Center. Así, los psicólogos consideran que quienes tienen más creatividad también son más abiertos a las ideas conspiracionistas.
En realidad todo parte del cerebro. Es decir, tenemos una tendencia natural a interpretar la nueva información que nos llega y casi siempre lo hacemos de manera que confirme nuestras creencias y actitudes preexistentes. Si a esto se le aplica la idea del “realismo ingenuo”; es decir, que creemos que solo nosotros sabemos la verdad mientras que los que están a nuestro alrededor tienen una visión limitada del mundo; entonces la mesa está preparada para creer en las conspiraciones.
En lo que respecta a las conspiraciones no existen diferencias de género, tanto las mujeres como los hombres pueden ser igualmente propensos a creer en una idea conspirativa. No obstante, un excelente indicador de conspiración es el pensamiento maquiavélico. Es decir, las personas que son más propensas a creer que los demás conspiran es porque ellos mismos lo harían si les diesen la oportunidad. Así, estarían proyectando sus propias necesidades sobre los otros.
Lo cierto es que la sociedad tampoco es de gran ayuda. Todos los días nos bombardean con informaciones contradictorias y debemos decidir nosotros mismos cuál es la verdad. Si un día nos dicen que la responsabilidad de la crisis económica es de los bancos financieros y al otro día afirman que es del gobierno, cada cual deberá sacar sus propias conclusiones y, si no tenemos una mente lo suficientemente abierta como para comprender que probablemente todo se debe a una concatenación de causas, es muy probable creer que existe un complot mundial.
Y es que en este mar de información en el cual nos movemos, probablemente recogeremos solo los datos que confirmen nuestras creencias y teorías.
Fuente:
Bratich, J. Z. (2008) Conspiracy Panics: Political Rationality and Popular Culture. New York: State University of New York.