La vida es más simple y más sencilla de lo
que pensamos y eso mismo hace que a
veces demos mas vueltas de las que son
necesarias. Comúnmente nos sacrificamos y
luchamos mas de lo que se requiere para
vivir bien, para sentirnos plenos.
Por alguna razón hemos aprendido que
tenemos que alcanzar cierto lugar, cierto
conocimiento, cierto nivel para ser
merecedores de una vida satisfactoria.
Y es verdad que podemos mejorar. Pero ese
avance se hace mucho más rápido y más
efectivo cuando comprendemos que no es
algo que tengamos que alcanzar, sino, algo
que tenemos que aceptar.
Cuando sentimos que tenemos que abrirnos
un espacio en la vida, estamos haciendo un
esfuerzo extra que puede cansarnos. Cuando
advertimos que solo es cosa de aceptar nuestro
legado de bienestar, descansamos y todo lo
que hacemos se torna una satisfacción que
nos llena de vitalidad, alegría y entusiasmo.
Podemos abrirnos a nuestro bien por medio
de dos motores diferentes. Uno es la lucha
y el otro es el aceptar que somos merecedores
de todo bien. Si bien, los dos medios pueden
llevarnos a un mejor lugar, el segundo nos
hará experimentar el trayecto con mucha
satisfacción, con mucha seguridad, con
tranquilidad y en plenitud.
Los resultados de nuestras acciones son más
amorosos cuando nacen de la confianza. Los
frutos que se producen bajo esta tranquilidad
son bendecidos y se multiplican de manera
natural. Su natural expresión crea un circulo
virtuoso que se expande y se difunde en el
medio que nos rodea, atrayendo mas
bienestar aun.
Cuando luchamos, pareciera que estamos
peleando con las olas del mar y podemos sentir
que mientras más luchamos, mas dificultades
aparecen en el camino.
La naturaleza es reposada, todo está viviendo
y expresándose bajo esa paz. Nada en la
naturaleza necesita esforzarse para ser.
Simplemente es y se deleita en su
propia existencia.
La vida puede simplificarse demasiado cuando
comprendemos estas leyes de la naturaleza.
Si pudiéramos ser eso que estaba
predeterminado a ser, todas nuestras luchas
terminarían y las cosas comenzarían a fluir
como si hubiera magia en ellas.
Las relaciones personales dejan de ser
complicadas cuando comprendemos que
cada una de las dificultades que se presentan
son un espejo para poder sanar algo que
nos duele internamente, que el otro es un
ser amoroso que nos está ayudando a
descubrir lo que aun está por mejorar y que
no es culpable ni responsable de lo que
nos hace sentir.
La salud deja de ser una preocupación si
comprendemos que cada uno de los malestares
que tenemos, obedecen a algún patrón que
nos aleja del amor y simplemente nos
ocuparíamos en intentar descubrir ese
patrón para sanar.
Conseguir la prosperidad podría dejar de
ser un problema si comprendemos que
nuestro bien está asegurado cuando
utilizamos los dones especiales y particulares
que cada cual recibió. Todo inconveniente
económico pasa por un desequilibrio entre
lo que estamos dando y lo que recibimos.
Cuando conseguimos descubrir nuestras
fortalezas, todo eso queda resuelto.
Tenemos vida para avanzar hacia nuestro
bien y todos anhelamos ser más felices.
La lucha se opone a ese logro. La conexión
con el ser interior puede permitir descubrir
todo lo que nos hace bien y eso solo se
consigue con descanso, con espacio de
conexión, con paz y tranquilidad. Así
seremos más inteligentes para descubrir
la simpleza de la vida.
Patricia González
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