¿Te has puesto a pensar alguna vez qué es lo que no te permite estar pleno y completo? Seguro que tendrás algunas pistas al respecto, pero no lo sabes a ciencia cierta, porque en muchos casos, es algo tan arraigado a tu personalidad que forma parte de tu día a día. ¿Sabes realmente cuáles son los causantes de tu infelicidad? Echa un vistazo a los más frecuentes y peligrosos:
En primer lugar, la queja. Existen “quejosos crónicos” que siempre están viendo el lado malo de las cosas, el medio vaso vacío como se dice popularmente. Si te enfocas en lo negativo únicamente, todo lo que te rodea será gris y triste, lo mismo que si te empeñas en recordar los momentos feos del pasado. En lugar de quejarte porque estás demasiado ocupado con tanto trabajo, agradece por tener un empleo, por ejemplo. Recuerda a su vez que lo que digas será un reflejo de la realidad, por lo cuál, sin añades muchas palabras negativas en tu vocabulario, la mente se enfocará en que sigan rodeándote.
En segundo lugar, la infelicidad aparece cuando evitamos nuestros problemas, es decir, cuando no luchamos ni nos enfrentamos a lo que ocurre. Simplemente, bajamos los brazos o mostramos bandera blanca. Así también estarás postergando tus proyectos y tus sueños. Cualquier cosa que te haga evitar dar la cara o darte por vencido antes de intentar, es sinónimo de no ser feliz. Si encuentran excusas o justificaciones todo el tiempo, si el orgullo no te deja ver la realidad o crees que no eres capaz de solucionar las cosas, te mantendrás en el sendero de la tristeza.
La tercera manera de ser infeliz es compararte con los demás, pero sobre todo, frustrarte al darte cuenta que el resto es mejor que tú en todo. Siempre el cabello de tu amiga es más bonito, la tarta de tu madre es más deliciosa, el jardín de tu vecino tiene flores más bonitas y así un largo etcétera. Si lo que haces nunca te parece suficiente, si no te respetas y reconoces tus virtudes, será muy difícil que puedas lograr la felicidad.
Por otra parte, si sólo estás preocupado por lo que pasará en el futuro (y que no siempre se cumplirá), no te estarás permitiendo ser feliz hoy. Si el miedo, la angustia o la incertidumbre van en aumento, las energías del presente estarán agotadas. Si te preocupas en exceso y no mantienes una perspectiva de las cosas, si te concentras en lo que te puede salir mal y te paralizas, nunca podrás tomar decisiones inteligentes.
En quinto lugar, aquellos que son realmente infelices son los que hacen las cosas que no aman o no les agradan. Tal vez la economía no esté como para darte el lujo de trabajar en lo que te gusta, sin embargo, puedes aprovechar algún tiempo libre para dedicarte a lo que te da placer. Si no te permites disfrutar, brillar o desarrollar tus talentos, si te conformas con lo que tienes, te estancarás para siempre.
Otra manera de que la infelicidad no se vaya de tu vida es mantener relaciones tóxicas, aquellas que te hacen realmente mal. Si no estableces límites y te aferras a gente que sólo te hunde o te humilla, nunca encontrarás la felicidad. Los que te roban la energía y el buen humor, los que hacen que te duela la cabeza, los que te echan en cara todo, los que viven quejándose y los que nunca se alegran por tus avances, esas son las personas tóxicas. Puede ser doloroso alejarte de ellas, porque en muchos casos son familiares o amigos muy cercanos. Pero para tu buena salud mental y hasta tu bienestar, diles adiós.
Si quieres cambiar a todos y no te ocupas de cambiarte a ti mismo, también serás infeliz. Cuando le echas la responsabilidad a los demás y no te haces cargo de tus debilidades o falencias, estás restando casilleros en el camino hacia la felicidad. “Sería un mejor esposo si tuviera una mejor esposa”, “si tuviera hijos menos complicados sería un buen padre”, “Si trabajara en una mejor empresa sería un excelente vendedor”. No eres la víctima, el cambio debe estar siempre en tus manos.
Y por último, si estás todo el tiempo poniendo tus energías en agradar al resto, no te quedará batería para poder ser feliz. Lo que digan los demás no debe importarte demasiado, ya que sin importar lo que hagas, habrá alguien siempre encargado de criticarlo. Así que, las opiniones o habladurías no deberían hacer mella en tu vida.
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