Dentro del desarrollo personal de cualquier persona, hay un aspecto importante que siempre debe tenerse en cuenta....el miedo, y más concretamente el miedo a decir lo que piensas.
Ya hemos hablado varias veces de la importancia y los beneficios que tiene la asertividad en nuestras vidas, pero, sin embargo, hay mucha gente que todavía tiene temor a expresarse libremente y a comunicarle a los demás qué es lo que piensa y siente.
Precisamente, la mayoría de los problemas que nos suceden con la sociedad y con nuestro entorno, es por culpa de la comunicación defectuosa que establecemos con ellos
El ser humano tiene como una especie de miedo interior que le hace detenerse a la hora de que tiene que expresar algo que realmente desea. Es como si sus sentimientos y forma de pensar, estuvieran censurados por los demás.
Además, es bien simple. Las personas temen decir lo que sienten realmente, porque tienen miedo a herir o dañar a los demás con aquello que dicen.
Entramos de nuevo en el mundo de las marionetas,.....perdón, de la inercia. Es como si estuviéramos viviendo en un mundo donde fuésemos guiados por todos, menos por nosotros mismos.
¿Tanto influye la opinión de los demás en tu vida? Pues si temes decirle a esa persona lo que sientes, tanto si es bueno, como si es malo, la verdad es que sí que influye, y mucho.
La típica escena de cuando estamos haciendo cola en el supermercado y viene alguien y se pone delante de nosotros. Nuestra mente nos está impulsando a que le comuniquemos que está haciendo algo mal, y que debe ponerse el último y no delante tuya.
Pero nuestro freno mental, nuestro miedo y nuestro instinto de marioneta, nos retiene a no decirle nada, por temor a su reacción.
Ahí está el dilema y el enfrentamiento, entre decir lo que piensas y afrontar sus consecuencias.
Realmente, temes mostrar tus emociones y sentimientos, porque temes la opinión y perspectiva de los demás sobre tí. Y eso es simplemente porque te importa demasiado lo que otros piensen acerca de tu persona, y le das un lugar demasiado importante en tu modelo de vida.
Me acuerdo el mes pasado, cuando llegué a mi casa, abrí la puerta de abajo, y llamé al ascensor para subir al segundo (que es donde vivo). En ese mismo momento, entra también en la comunidad un matrimonio vecinos del tercero, y el marido, ya con sus cincuenta y tantos años, está con su cigarrillo encendido.
Se paran delante del ascensor, junto a mí, me dan las buenas tardes, y el hombre sigue ahí tan campante fumando delante mía. Le pregunté: "¿No pensará usted subir al ascensor fumando, verdad?. Porque la verdad es que me molesta mucho el humo."
Su mujer me miró y me dice: "Oye hijo, ¿nadie te ha enseñado educación ni a hablarle con respeto a las personas mayores?
-"Señora, con todos mis respetos, aquí el único que no tiene educación es su marido, que no respeta la ley ni a los demás. Tan solo le he dicho que no entre en el ascensor fumando, y si quiere entrar, pues que se espere a hacerlo él solo, porque yo no voy a entrar con él, ya que me molesta el humo"
El hombre apagó el cigarro, y entramos juntos en el ascensor, sin mediar palabra.
El miedo a decir lo que sientes, está basado en la preocupación o temor de tu futuro con esa persona a la cual le muestras tu asertividad.
Personalmente, no me importa que me tachen de maleducado, principalmente porque ese matrimonio no sustenta ni supone nada en mi vida, con lo que su opinión no me hará ni reir, ni llorar, ni por supuesto, hacerme cambiar la perspectiva que tengo sobre mí mismo.
Cuando temes ser asertivo con los demás, estás dando un lugar privilegiado a todos, excepto a tí mismo.
Yo me hago en ese momento la pregunta: "¿Por qué tengo que aguantarme y entrar con un hombre fumando en un sitio donde no se debe fumar?" "¿Estoy haciendo algo malo en decirle lo que creo correcto y lo que pienso en ese momento?" "¿Por qué debo callarme ante actos que suponen una molestia para mí?"
Nunca podrás controlar lo que sientes y administrarlo bien, si no eres capaz de darle sus prioridades.
Cada sentimiento y emoción, va unido a un acto. Si reprimes ese acto, estás ocultando tu verdadero yo y tu verdadera forma, con lo que siempre estarás influenciado y manipulado por aquello que te rodea, y no por tus propios deseos.
Aquí no se trata de herir la sensibilidad de los demás, ni hacerlos sentir mal, sino de que el día a día se convierta en lo más real posible, y eso solo es posible, mostrando sinceridad con todos, y en particular, contigo mismo.
¿Y tú, serías capaz de mostrar asertividad con los demás hasta éste punto?
Autor: Ying Yang