Solemos asociar la palabra “saborear” sólo al sentido del gusto: “esta comida es sabrosa”, o “qué buen sabor tiene este vino”. Pero SABOREAR ES MUCHO MÁS QUE LO QUE OCURRE EN LA BOCA, ES LA CAPACIDAD PARA “IR HACIA”, VALORAR, REALZAR Y AUMENTAR LAS EXPERIENCIAS POSITIVAS EN LA VIDA. Es un acto de bondad hacia uno mismo.
Hagan un rápido chequeo:
¿Se dan un tiempo para hacer algo que no tenga que ver con trabajo o responsabilidad?
¿Se permiten disfrutar de un elogio o lo rechazan rápidamente de alguna manera sutil?
¿Se detuvieron más tiempo comiendo en alguna de las ricas comidas que disfrutaron?
¿Pueden decirles con total libertad a los demás que los aman?
¿Saben detenerse a oler la brisa de verano?
¿Se permiten reír todo lo que tienen ganas, bien a fondo?
¿Saben disfrutar el silencio o se aburren cuando no tienen nada para hacer?
La lista puede continuar, calculo que hasta el infinito, o hasta el número de personas que existen en el mundo y saben disfrutar porque todos somos distintos. Pero entonces…si hay tantas cosas en la vida que podemos “saborear”…¿Porqué no lo hacemos?
Las razones son increíblemente complejas y sofisticadas, algunas son tan intrincadas como nuestra propia neurosis (por ej. sentirnos culpables por no se sabe qué mal que hicimos en la vida a partir de lo que decidimos que no nos merecemos disfrutar).Otras razones tienen relación con el miedo a que las experiencias placenteras terminen, habría acá un deseo que quiere satisfacerse eternamente, un no aceptar la impermanencia de todas las cosas.
Una de las claves del buen “saborear” es que al hacerlo no debemos aferrarnos fuertemente a las experiencias positivas ya que esto nos causará sufrimiento cuando desaparecen. Pero el evitar momentos felices porque tenemos miedo de perderlos…¡tampoco!. No sólo es necesario el valor para enfrentar los miedos, también es necesario tenerlo para saborear las experiencias positivas.
© Fanny Libertun
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