Al nacer, vuestros padres os dan un cuerpo, que algunos denominan « la vida ». Y después, durante años y años, ellos os alimentan, os visten, os dan cobijo y os educan. Es una inmensa deuda que se va acumulando. Muchos no quieren reconocerlo: critican a sus padres, se oponen a ellos, piensan que no les deben nada. Pues bien, esto no es honesto. A pesar de no ser perfectos, vuestros padres os han amado, se han preocupado por vosotros, os cuidaron cuando estuvísteis enfermos. ¿Os parece poco todo esto? Así pues, sabed que, ante todo, tenéis una deuda hacia vuestros padres.
A continuación, tenéis una deuda hacia la nación a la que pertenecéis, porque habéis recibido de ella toda una herencia cultural, de civilización, con sus bibliotecas, sus laboratorios, sus universidades, sus teatros... Esta nación ha puesto carreteras, ferrocarriles, barcos, aviones, su ejército y su policía para protegeros.
Luego, también estáis en deuda con vuestra raza, porque os ha proporcionado un cuerpo físico con un color de piel determinado, unos cabellos, una estructura psíquica, una mentalidad, etc.
Y esto no es todo, también habéis contraído deudas con el planeta, esta tierra generosa que os ha alimentado y acogido... Y también con todo el sistema solar, ya que gracias al sol y a los planetas, estamos constantemente mantenidos, vivificados. Y con todo el universo. Y, en fin, con el Señor. ..
Lo queramos o no, sólo hacemos que tomar, tomar y tomar. .. Y ahora ya es mucho lo que debemos. Quien quiera comportarse con justicia debe ser consciente de esta deuda. Es por ello que ama a sus padres y les procura el bienestar para devolverles lo que les debe. Con su actividad, sus pensamientos o sus sentimientos, se esfuerza también en devolver algo a la sociedad, a la nación, a la humanidad entera, al sistema solar, a todo el cosmos y, por fin, a Dios. De esta manera paga sus deudas y entonces la naturaleza lo reconoce como un ser inteligente. A quienes no actúan así, la naturaleza los considera unos ladrones, unos seres deshonestos, y les envía algunas correcciones para instruirles y hacerles sentar la cabeza.
También contraemos una deuda con la naturaleza, con el aire, el agua, el calor, la luz, por todo lo que de ellos tomamos. Pero como no podemos devolver estos beneficios de la misma forma que los recibimos, ni pagar con dinero, debemos pagar esta deuda con nuestro amor, con nuestro agradecimiento, con nuestro respeto, con nuestra voluntad de estudiar todo lo que la Inteligencia cósmica ha escrito en el gran libro de la Naturaleza. También pagamos haciendo el bien a todas las criaturas, dándoles nuestra luz y nuestro calor a través de nuestros pensamientos justos y rectos y de nuestros sentimientos generosos.
Escudándonos en que no podemos devolver lo que hemos recibido de la misma forma en que lo hemos recibido, no debemos pensar que en realidad no debemos nada. Hemos recibido nuestro cuerpo de la tierra y algún día se lo devolveremos, ya que es imposible hacerlo de otra manera. Pero mientras estamos vivos, guardamos nuestro cuerpo, y no nos piden que lo demos. Lo que sí podemos dar son nuestras vibraciones y nuestras emanaciones luminosas. El hombre ha sido creado en los talleres del Señor para irradiar a través del universo entero. Ha recibido una quintaesencia de luz que puede ampliar incesantemente, vivificar, y proyectar hacia el espacio... Pues bien, aquí tenéis nuevas ideas! Estamos limitados en el plano físico, pero en el plano espiritual nuestras posibilidades son infinitas y podemos devolver, centuplicado, todo lo que se nos ha dado.
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