Un banco de Bringhamton (Nueva York)
envió un ramo de flores a un banco de la competencia
con motivo de la inauguración de sus nuevas instalaciones.
Por una confusión,
la tarjeta que acompañaba las flores decía:
"Nuestras más sinceras condolencias".
Poco después, la florista que había cometido el error
llamó al banco para ofrecer sus disculpas.
Lo que más le preocupaba, agrego la muchacha,
era que el otro ramo, enviado a un funeral,
llevaba el saludo destinado originalmente al banco:
"Felicitaciones por su nuevo domicilio".
Para el cristiano,
morir es como mudarse a una vivienda mejor.
Estar con Jesús en un lugar hermoso,
dejar atrás pesares y dolores
y reencontrarse con sus seres queridos.
Debe ser causa de esperanza, no de temor.
Así pues, al creyente que fallece
podemos sin duda felicitarlo por su cambio de domicilio.
Autor desconocido.