Muchos problemas en la pareja comienzan por la falta de comunicación. Pero no me refiero solo a la falta de comunicación como una situación donde una pareja se habla poco, sino que hago referencia a una relación en donde no existen momentos donde se comparta real intimidad, ni una meta o valores comunes. Esta falta de comunicación es más grave que conversar poco, por decirlo de una manera simple.
Lograr esta sintonía no es muy común actualmente, pero esto no ocurre porque sea algo especial y difícil de lograr, sino que sucede por malos hábitos en la relación que terminan originando problemas en la pareja. Puede sonar extraño para algunas personas que piensan que lograr este nivel de conexión es algo que “sencillamente sucede”, ya que creen que esto es algo que se da naturalmente y que si no es así, entonces no hay mucho más que hacer.
Lo cierto es que esta química, puede ser mantenida y ejercitada con el tiempo, por lo que podemos convertirla en un hábito. Y, ¿qué es un hábito? Es simplemente un comportamiento que hemos aprendido y practicado muchas veces hasta que se vuelve automático y se ha incorporado a nuestro Ser de forma tan profunda, que ya no requiere pasar constantemente por un proceso de raciocinio. Un ejemplo muy común es aprender a andar en bicicleta. En un principio estamos muy preocupados de mantener el equilibrio, tomar con firmeza el mando de la bicicleta, etc. Si recuerdas esos momentos, seguramente vendrán a ti imágenes donde caes muchas veces hasta que ya dominas completamente el pedaleo y el equilibrio. Lo que sucedió es que repetiste tantas veces la situación de montar una bicicleta que ya no necesitabas “pensar” en cómo mantener el equilibrio, simplemente lo haces.
Aprender a conducir un vehículo es la misma historia. En un comienzo debemos estar atentos a un montón de factores que hacen que al comienzo manejar parezca una misión imposible, pero con el tiempo, hemos incorporado un “pensamiento automático”. No quiero decir con esto, que la relación de pareja deba manejarse en “piloto automático”, sino que simplemente señalo que las acciones que tomamos para mejorar y fortalecer nuestra relación se producen de forma natural, producto del hábito. En la “Ética a Nicómaco”, Aristóteles nos dice que el hábito predispone a un sujeto para la realización perfecta de una tarea o actividad.
Pero esto no puede sencillamente conseguirse de la nada, y como todas las cosas importantes que queremos lograr en la vida, necesitamos desarrollar una serie de hábitos que nos conducirán al éxito. Es por eso que me gustaría compartir una sencilla práctica que hará que tu relación de pareja mejore notablemente. Tal vez en este caso no sea precisamente la creación de un hábito, sino que más bien, la eliminación de un hábito que poseen muchas parejas.
Este hábito indeseable es mirar y tener la televisión en la habitación o dormitorio. Son muchas las razones para terminar con esta mala costumbre, pero te daré las principales.
En primer lugar, la mayoría de los programas que dan en la tv están relacionados con pensamientos negativos. Programas sobre chismes, violencia, exacerbación del ego, noticias sobre lo horrible que esta la situación en el mundo, etc, no contribuyen en nada para ti mismo ni para tu relación de pareja. Si les gusta ver este tipo de programas, solo están alimentando la relación con pensamientos y emociones poco saludables.
La televisión hace que por lo general, no exista verdadera compenetración, ya que cada uno consume contenidos de manera casi hipnótica (por lo general de baja calidad) y se pierde tiempo valioso que podrían compartir juntos.
Puede provocar problemas si uno de los cónyuges, por ejemplo, quiere dormir, y tiene problemas para conciliar el sueño ya sea por el ruido o el brillo irregular de la pantalla.
Los momentos antes de dormir, deben ser tranquilos, agradables, y acabar el día, bombardeado con imágenes de la televisión no es la mejor decisión.
Te recomiendo que, si tienes una televisión en la habitación la saques inmediatamente y si no puedes hacerlo, al menos toma la decisión (en conjunto por supuesto) de no prenderla por lo menos unas 2 horas y media antes de acostarte. Este tiempo es el momento justo para que comiencen a conversar. En un inicio puede ser que uno de los cónyuges sienta rechazo por esta medida y se sienta tentado a mirar televisión, pero esto ocurre con cualquier hábito que queramos dejar. Utilicen ese tiempo para conversar aunque sean temas triviales. Con el correr de los días verán que empezaran a ahondar en la calidad de la relación.
Otra cosa que deben tomar en cuenta, es que este momento no debe ser tomado como la oportunidad de quejarse de los demás o de las situaciones externas, porque de lo contrario reemplazaran los pensamientos negativos de la televisión, por pensamientos negativos propios. Está demostrado que los pensamientos y emociones negativas drenan nuestra energía y hasta pueden provocar problemas de salud en el largo plazo y no creo que sea lo que quieras.
Si tomas esta decisión, verás que tu relación puede fortalecerse en un nivel que solo tú y tu pareja o cónyuge entenderán.
Roberto Doussang