Es común escuchar a muchas personas quejarse de que sus parejas no las comprenden, o que no se interesan lo suficiente en ellas. Piensan que quizás el otro ya no siente lo mismo que antes, o que simplemente es un (o una) indiferente sin remedio. En realidad, estos pensamientos, que provienen de un estado emocional donde predomina la insatisfacción, están dominados por cargar de expectativas personales la relación. Esta expectativa encierra una idea de que el otro o las situaciones que involucran a la pareja tienen que amoldarse a lo que nosotros creemos que es correcto.
Por supuesto, esto produce que no sólo esperamos mucho de los demás, sino que damos por hecho de que el otro sabe qué es lo que necesitamos. En este artículo quisiera mostrarte cómo se manifiesta constantemente este comportamiento en parejas que atraviesan dificultades, y qué puedes hacer para aminorar el peso que produce el esperar que tu pareja cumpla con lo que tu deseas que haga.
En primer lugar, es interesante preguntarse qué es lo que realmente quieres. Puede ser que quieras pasar más tiempo de calidad con tu pareja, o esperas que reconozcan tus logros, quizás te gustaría que tu pareja te prestara más atención. Sea lo que sea, puedes querer que tu pareja haga o diga ciertas cosas que te harían feliz y que por algún motivo, no hace. El hecho de que no haga esas cosas o se comporte de cierta manera para que seas feliz, implica que en cierta forma tu esperas que tu pareja se pliegue a tus deseos, y cambie su forma de ser para que coincida con lo que tú crees que es correcto.
Muchas parejas se destruyen, porque piensan que “no tenían nada en común”. Tal vez sería más correcto decir que no lograron moldear al otro según la imagen que tenían en mente. Esto finalmente se convierte es una forma de violencia, porque no respetamos lo que el otro es, y no honramos las cosas que nos podría entregar. Es por esto que formamos imágenes mentales en donde nuestra pareja “sabe” que es lo que anhelamos y responde inmediatamente como esperamos que lo haga. Evidentemente cuando esto no ocurre, llega la frustración.
Debemos tomar en cuenta que ya puede resultar bastante complicado lidiar con nuestro propio comportamiento, con nuestros propios hábitos perjudiciales, como para esperar que nuestra pareja mágicamente sepa qué es lo que queremos. Si tenemos conflictos en nuestra relación tenemos que buscar la forma de facilitar las cosas y no empeorarlas más. Y para lograrlo podemos hacer mucho.
En primer lugar, ¿quién mejor que tu puede saber qué cosas esperas de una relación? Tú eres el que mejor se entiende. Nadie más puede superarte en eso. Entonces, ¿Por qué no expresas con palabras las cosas que quieres a tu pareja? Si le permites saber a tu pareja las cosas que te ponen feliz, entonces deberías comunicárselas con palabras
La mayoría de las personas que tienen una relación sana con sus familiares y amigos, están felices de dar. Dar cosas materiales, cariño, compañía, etc. Si le dices a tu pareja o cónyuge lo que quieres, es muy probable que la otra persona este feliz de poder hacer algo para verte contenta o contento. En este acto, le permites al otro dar, y eso, crea un flujo constante de felicidad y armonía. Si esperas que tu pareja “adivine” que es lo que quieres, entonces no le permites que te quiera, porque la barrera del resentimiento se interpone entre ambos.
Te animo a que practiques lo siguiente para crear las condiciones adecuadas:
Haz tu propio autoanálisis para saber qué cosas te gustan. Puede ser que quisieras pasar más tiempo a solas con tu pareja, o que te diga más palabras de elogio. En este punto puedes retroceder mentalmente a tu niñez y averiguar qué cosas te ponían feliz.
Cuando sepas que cosa es importante para ti, por ejemplo, que se interese en tus actividades, intenta formular antes tu petición en forma de invitación. Por ejemplo, podrías decir, “hoy en el trabajo me paso algo, y si tienes tiempo, me gustaría mucho comentártelo”
Finalmente dile claramente a tu pareja lo que esperas. Pero en este punto es vital que lo hagas con palabras conciliatorias. Recuerda que esto se trata de permitir al otro darse a sí mismo, no de criticarlo.
Roberto Doussang