En este artículo quisiera hablarte sobre un pequeño ejercicio que puedes hacer con tu pareja para que puedas conectarte de una manera más profunda y gratificante. La base de hacer esto radica en cambiar la imagen distorsionada que muchas veces mostramos de nosotros mismos, por temor a parecer vulnerables frente a nuestra pareja o las demás personas. Continúa leyendo para descubrir cómo puedes mejorar tu relación sentimental de manera sencilla pero significativa.
Es común escuchar a muchas parejas decir que la relación cambió de manera notoria al momento de haberse casado. Durante el noviazgo todo parece ir bien, pero cuando la relación pasa al siguiente nivel, entonces parece que las cosas cambian drásticamente. La pareja puede tornarse agresiva, o descuidar su presentación, por nombrar algunos ejemplos. Pareciera como si repentinamente nos encontráramos con alguien a quien prácticamente no conocemos.
Esto ocurre en gran parte porque durante la relación tememos mostrarnos tal cual somos. Esto no quiere decir que seamos malas personas que ocultamos nuestra verdadera personalidad. Simplemente significa que hay temor de no ser lo suficientemente buenos, y que por ese motivo seamos rechazados. Sin embargo, el costo de mostrar solo una cara de nuestra vida, puede tener un costo muy alto en una relación a largo plazo.
Una de las formas de conocernos realmente es conversando con nuestra pareja sobre nosotros mismos. Cuando exponemos nuestros sueños, nuestros temores, o las nuestras frustraciones, dejamos abierta la puerta para que la persona con la que estamos, pueda entendernos mejor. El problema es que pocas parejas hablan de sí mismas con total honestidad. Sobre todo, muy pocos hablan sobre la infancia con la pareja. Hablar sobre nuestra infancia nos permite entender mucho mejor la raíz de lo que somos.
Te propongo la siguiente actividad para que la realices con tu pareja. Consiste en tener una conversación de calidad sobre la infancia. Para esto necesitan tomar como mínimo una hora sin interrupciones de ningún tipo. Deben dejar fuera el celular, reuniones, televisión o lo que sea que pueda interferir en este tiempo de calidad que deben pasar juntos.
En este lapso de tiempo, deben partir hablando sobre cómo fue la infancia y educación que tuvieron. Es recomendable que lo hagan en orden, es decir, puedes partir tú primero hablando sobre tu infancia, para después dejar que tu pareja hable de la suya. Es especialmente importante que hablen sobre cómo veían la relación de sus padres en ese tiempo. Pueden repasar aspectos como la forma de disciplina que se imponía en casa, como se relacionaban los miembros de la familia, etc.
Esta información es realmente valiosa, puesto que dejas que tu pareja conozca tu historia, y pueda entender algunos comportamientos tuyos que quizás vienen de ese condicionamiento anterior. Este tiempo que pasaran juntos conociéndose mejor, puede ser muy enriquecedor y refrescante para tu relación.
Una única salvedad. Es fundamental que no se interrumpan para juzgar a la pareja. Si comienzas a decir cosas del tipo “cómo pudiste actuar de esa forma tan tonta” o, “tus padres eran un desastre”, este ejercicio no servirá de nada. Puedes tomar la palabra para hacer alguna pregunta, acotación, o simplemente aportar algo significativo en la conversación, pero no te dediques a juzgar a tu pareja.
Roberto Doussang