El cuerpo es el vehículo de tu Ser, un maravilloso instrumento que se te dio para desenvolverte en este mundo. Un medio y no un fin como tú crees.
El cuerpo no tiene voluntad propia, sólo obedece las ordenes de tu mente, actúa de acuerdo a lo que crees que eres y se convierte en lo que tu decidas que sea. Eres tu quien le adjudica necesidades creadas por ti o por tu entorno. Es el receptor insaciable de tus deseos y lo culpas por ello, no te das cuenta de que él sólo obedece tus ordenes. Eres tu quien te identificas con él y le otorgas un carácter que no tiene.
Como organismo el cuerpo sólo tiene necesidades vitales: comer, dormir, respirar, metabolizar, excretar, procesar nutrientes, activar sus defensas inmunológicas. Procesos en los cuales tú no intervienes conscientemente. Sus otras necesidades han sido creadas por ti, por el mundo, por la sociedad, por la publicidad. Lo has convertido en el pretexto para encontrar afuera lo que has olvidado dentro de ti mismo.
Le rindes culto pues él es tu identificación ante el mundo, el pregonero de tu importancia que se basa en la belleza, la riqueza, el poder, la fama y el éxito, o en las cosas con las cuales lo rodeas. En resumen lo has usado como un instrumento de comparación, como una exhibición de tu necesidad de ser más o mejor que los demás.
Él es el juguete en el cual complaces tu ego: lo vistes, lo arreglas, lo rodeas de lujos y de otros juguetes creyendo que todo eso te hará feliz y luego lo culpas porque nunca está satisfecho, porque envejece y enferma, porque no luce de acuerdo a los parámetros que tú mismo has impuesto cuando juzgas a los demás por su cuerpo y por los juguetes con los que lo adornan.
Sabes que algún día va a morir, lo dejarás abandonado y seguirás tu camino. Sin embargo ¡le das tanta importancia! Todo tu mundo gira en función de él, tus planes apuntan a satisfacerte en él. Pero a la vez lo ignoras, vives en tu mente incapaz de percibir y disfrutar sus sensaciones plenamente, como instrumento de tu vanidad ha sido condenado a aparentar y no a sentir.
Tu hermoso y maravilloso cuerpo, que fue concebido para sentir plenamente, funcionar perfectamente y permitirte disfrutar con su aguda sensibilidad de todo lo que te rodea, ha sido convertido en un esclavo de tus necesidades y usado para ser el aspecto exterior de tu ego.
Él es tu punto de contacto, con él te comunicas y expresas, es tu instrumento para experimentar la vida. Úsalo para sonreír, abrazar y disfrutar, no ignores su maravilloso potencial para proporcionarte plenitud y alegría. Todo en él fue diseñado para conectarse con la belleza y sentir el placer. Si dejas a un lado la mente, te concentras en sus sensaciones y disfrutas cada uno de sus mensajes, te mostrará un mundo sin el filtro de tus expectativas y condicionamientos. El cuerpo no sufre, no tiene problemas, no necesita nada de lo que tú le exiges. Él es en esencia feliz tan sólo con el reconocimiento que haces de él y de su capacidad para conectarte con el mundo y disfrutarlo.
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