A las personas que se enojan mucho las llaman “susceptibles”; a las que son demasiado complacientes, se les dice que no tienen carácter… entonces cabe preguntarse: ¿es saludable enojarse, o hay que aprender a contenerse?
La doctora Graciela Moreschi nos responde en esta nota.
El enojo es una emoción y como tal tiene un sentido y función: es una reacción fisiológica y psicológica al dolor, el sufrimiento, la amenaza o el peligro. Sucede cuando algo no satisface nuestras necesidades, creencias o deseos, o cuando vemos frustrado nuestro objetivo, y mediante la bronca obtenemos la fuerza necesaria para luchar por la meta. Y esa fuerza es emocional, pero también física. Cuando nos enojamos el organismo se prepara para un cambio: aumenta la presión arterial, se aceleran los latidos cardíacos, se produce una gran cantidad de adrenalina, se dilatan las pupilas y se movilizan otras funciones corporales.
Volviendo a sus causas, el profesor Harburg de la Universidad de Michingan, Estados Unidos, dice : “En una persona que se siente atacada injustamente se dispara un sentimiento automático de ira. Si la suprime, la ira se internaliza y comienza un proceso rumiante de repetición mental de las imágenes de la pelea, que finalmente se convierte en resentimiento. Si esta conducta persiste, desequilibra todo el funcionamiento corporal” , y si la expresa mal, puede tener problemas de relación. Como en todas las cosas de la vida es necesario tener un equilibrio, pero sobre todo aprender a dirigir el enojo porque si uno lo guarda, reprime las alteraciones fisiológicas que causa esa emoción, y probablemente se enferme o se resienta.
¿QUÉ SIGNIFICA DIRIGIR BIEN LA IRA?
En primer lugar que se dirija asertivamente hacia aquel que la provocó, si se descarga con otra persona, no solo resentirá una relación, sino que no será operativa, es decir no podrá corregir lo que motivó ese estado.
Así como no sirve contener el enojo, tampoco es útil convertirlo en una persecución vengativa, no sólo porque empeoraría nuestras relaciones, sino que se pierde el objetivo. Quien persigue a su oponente, desplaza su foco de atención hacia él y pierde de vista el objetivo primordial, con lo cual la frustración continúa.
¿POR QUÉ ME ENOJO?
Para poder descubrir las causas hace bien preguntarse cada tanto qué cosas lo enojan a uno y hacer una lista para ordenar el pensamiento. Es probable que uno encuentre respuestas que lo sorprenden. Este es un ejercicio útil para conocerse y quizás comenzar a utilizar la bronca en nuestro beneficio.
Si ella es una alarma que nos avisa cuando algo nos frustra, o cuando no obtenemos el resultado esperado, podremos reflexionar sobre nuestras posibilidades de corregir los resultados, o quizás resignarnos a ellos.
LAS REACCIONES DE CADA UNO
Cada persona manifiesta su enojo como puede. Están quienes enfrentan el enojo, quienes le huyen por temor o falta de recursos; están quienes callan, quienes gritan, quienes pegan, quienes se escudan tras la excusa de un cambio hormonal, quienes se calman con tomar un poco de aire o hacer actividad física.
El tema es reconocer la causa y hacerle frente. Los enojos que no se detienen a tiempo pueden convertirse en enojos crónicos o intensos. El enojo crónico ha sido vinculado a enfermedades cardíacas, cáncer, embolias así como depresión.
¿SE TRATA EL ENOJO?
Los expertos afirman que si reconocemos que el enojo está dañando nuestra vida, buscar ayudar y poder recibirla.
La Fundación de Salud Mental afirma que el enojo sólo se trata con especialistas cuando la persona ha cometido un delito agresivo. Según la organización es necesario llevar a cabo más investigación sobre las causas del enojo y mejores tratamientos de intervención temprana en casos problemáticos. No hay, al menos por el momento, “clínicas para el enojo”. Existen sí métodos utilizados en los servicios de salud mental, como las terapias “habladas”, que también pueden ayudar a la gente a manejar su malhumor. Sin embargo, expertos de la salud afirman que rara vez se ofrece ayuda a la gente cuando sólo sufre enojo, ya que éste no es un trastorno mental.
Pero el enojo también podría ser un síntoma de depresión o ansiedad y éstos sí son trastornos que pueden ser tratados con especialistas.
LA OPINIÓN DE LA ESPECIALISTA
Por la doctora Graciela Moreschi.
Ante el enojo, no creo que la solución sea sólo contar hasta 100 o tomar aire y largarlo a cuentagotas. Eso nos ayudará a ser un poco más tolerantes pero, sin ánimo de dar consejos, ante la ira, la idea sería:
• Aceptar que hay cosas que nos enojan.
• Identificar y aceptar eso que nos enoja.
• Trabajar con ese enojo que sentimos.
• Atreverse a “decir” que estamos enojados.
• Resolver lo que nos enoja cuando estemos menos enojados.
• No convertir el enojo en violencia.
• Aprender a pedir perdón y a perdonar cuando el enojo fue exagerado o sin sentido.
• No sentir culpa por el derecho que tenemos a estar enojados.
http://www.revistabuenasalud.com/enojo-cuando-nos-dana-y-cuando-es-positivo/