La ilusión de ser amadas para siempre está en el fondo de los corazones de todas las mujeres. Ellas esperan al amor de su vida y lograr establecer una relación que trascienda los sinsabores y cualquier circunstancia adversa; a alguien que soporte alejamientos transitorios; que se enorgullezca de sus éxitos y llore por sus fracasos, que siempre la quiera como el primer día y que no repare en sus arrugas cuando envejezca; todas, casi sin excepción, desean un amor que perdure para siempre.
Un amor así es como cultivar una planta; primero hay que elegir una buena semilla y luego hay que cuidarla para que crezca y dé frutos.
Aunque este deseo parezca imposible, no lo es si encuentran a alquien capaz de aceptarlas tal cual son, que permita que realicen todo su potencial, que sea el que más las aliente y el que se sienta más orgulloso de sus progresos.
Esta es la única garantía de un amor verdadero con el que se sentirán cómodas toda la vida, sin tener que fingir ser otras que no son.
Las mujeres desean naturalmente que su pareja progrese en la vida, pero no todos los hombres están dispuestos a aceptar a una mujer valorada socialmente y hábil para ganar dinero.
La mujer que no puede realizar su potencial esconde su frustración pero manifiesta su malhumor y amargura a todos los que la rodean. Comienza a rechazar a su pareja, un día por una cosa y otra por otra, porque se siente desdichada y no sabe por qué y comienza a creer que ya no lo ama.
Cuando una mujer se siente infeliz, proyecta en la pareja toda su frustración, y en lugar de enfrentarse a sí misma, para saber qué es lo que verdaderamente quiere hacer con su propia vida, descarga toda su bronca en el otro, sea o no el responsable de su crisis existencial.
A veces el otro no es un obstáculo pero puede convertirse en la escusa que necesitan para no arriesgarse a intentar lo que desean.
Echar la culpa a otro por las propias falencias es lo que todos hacen en esta vida cuando no se hacen responsables de sus propias decisiones.
No hay mejor madre que la que predica con el ejemplo; y una madre que muestra a sus hijos que se atreve a emprender nuevos desafíos a cualquier edad es un ejemplo.
No siempre las condiciones están dadas, a veces hay que esperar el momento, pero lo importante es no renunciar a un proyecto.
A veces, en lugar de postergar una iniciativa solamente hay que ser capaz de ser flexibles como para modificar las estrategias para superar los obstáculos.
Sin perder de vista los objetivos, más que alcanzarlos, lo relevante es estar recorriendo el camino para lograrlos.
La pareja no es lo único en la vida, lástima que la mujer recién se dé cuenta de esto cuando se convierte en una barrera que le impide su propio desarrollo personal.
Por eso necesitan a hombres que las acepte tal cual son, que respeten su ser único, que las aliente a prosperar y a no estancarse; y que las ayude a crecer con ellos.
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