Estamos acostumbrados a verlos en el cine o quizá cometiendo alguna fechoría junto a algún vampiro, momia o personaje similar. Pero, ¿es lo mismo un hombre lobo que un licántropo? ¿Son meros mitos, magia o condición médica? ¿Existe algún caso de hombre-lobo documentado? Adéntrese con nosotros en este viaje que va desde la pura antropología hasta el ocultismo.
La transformación corporal de un humano en lobo o cualquier otro animal es físicamente imposible, al menos por ahora. Sin embargo, la creencia en los hombres-lobo estaba muy extendida en la Europa medieval, con leyendas y tradiciones procedentes de Escandinavia, Francia, Alemania, Sicilia, Europa Central y oriental, los Balcanes y Grecia. Y mucho antes de que Colón descubriera el Nuevo Mundo, los pueblos nativos de América temían a sus propios hombres-lobo equivalentes.
Parece probable que el concepto de hombre-lobo tuviese su origen en la costumbre de los cazadores prehistóricos de envolverse en pieles de lobo en la creencia de que quedaban imbuidos de las habilidades cazadoras de este predador. La tradición persistió, pero deformada, hasta llegar a las recientes versiones, que dicen que los humanos pueden convertirse en hombres-lobo si se ponen un cinturón o un manto mágico hechos con piel de lobo.
Otra versión sería la transformación del hombre-lobo con la Luna llena, probablemente originada también en los tiempos prehistóricos. Cuando los hombres empezaron a domesticar perros a partir de lobos para cazar, sin duda observaron que les gustaba aullar a la Luna durante sus correrías de caza.
A lo largo del desarrollo social humano, la Luna, la caza y los lobos se han ido entretejiendo en historias mitológicas cada vez más complejas. En muchas leyendas la diosa lunar era cazadora (como la babilonia Ishtar, la griega Artemisa y la romana Diana) y sus perros de caza eran, a menudo, hombres a los que había convertido mágicamente en lobos. De esta manera nació el mito que relaciona la Luna con el hombre-lobo.
La máscara del hombre-lobo
En 1990, Hugh H. Trotti ofreció una original explicación del mito del hombre-lobo. Observó que el antiguo culto egipcio de Anubis, cuyos sacerdotes llevaban máscaras en forma de lobo que representaban a este dios de la muerte con cabeza de chacal, se estableció en Roma, donde Anubis se convirtió en Hermanubis. Hacia el siglo I d. C., allí ya se habían erigido muchas estatuas de hombres con cabezas de chacal que representaban al dios Hermanubis.
Según esto, como sugiere Trotti, las tropas germánicas reclutadas por los ejércitos romanos, que vieron a los sacerdotes de Hermanubis con sus máscaras lobunas y las estatuas con cabeza de chacal, seguramente lo recordaron y contaron durante mucho tiempo después de la caída del Imperio Romano. En consecuencia, no es difícil pensar que, con el tiempo, los relatos distorsionados sobre estos sacerdotes y estas estatuas diesen lugar a historias de hombres que podían transformarse en lobos.
Hermanubis, “el revelador de los misterios del mundo inferior”, representaba el sacerdocio egipcio dedicado a la investigación de la verdad.
La licantropía, un caso clínico
Una importante influencia en la evolución del concepto de hombre-lobo es la licantropía o “condición de hombre-lobo”, que a menudo se confunde como sinónimo de hombre-lobo. Aunque los hombres-lobo están confinados al reino de las leyendas populares, la licantropía es una condición psicológica anormal y real, que ya fue reconocida en el siglo II d.C. por el sabio Marcellus Sidetes.
Un individuo con esta afección tiene la ilusión de que es un lobo o de que puede convertirse en uno. Los licántropos pueden desgarrar carne cruda con sus dientes, aullar y chillar a la Luna llena y atacar a otras personas con una delirante sed de sangre y mordiendo las gargantas de sus víctimas con un incontrolable frenesí.
El hombre-lobo de Southend
Bill Ramsey, un constructor de Southend, Reino Unido, fue noticia en 1987 tras ser encontrado aullando como un animal salvaje.
La licantropía de Ramsey empezó cuando tenía 9 años, al cortar una valla de alambre sólo con sus dientes. “No aúllo a la Luna ni me convierto en una bestia peluda, pero desgarro, gruño y clavo dientes a cualquier cosa que se mueva”, dice Bill. Sus ataques se caracterizan por una fuerza sobrehumana. “Una vez tuve un arrebato y lancé por el aire a ocho policías como si fuesen confetti”, confiesa.
En 1989, Ramsey se sometió a un exorcismo para doblegar y expulsar a la bestia que tenía dentro.
Las crónicas que relatan casos de hombres-lobo han ido variando de intensidad a lo largo de la historia. Uno de los períodos de mayor presencia de hombres lobo se dio en Francia entre 1520 y 1630, cuando se celebraron la increíble cantidad de 30.000 juicios de loup-garou (hombre-lobo). Sin embargo, las verdaderas culpables eran en realidad la licantropía y otras enfermedades mentales que inducen al canibalismo y a cometer asesinatos en serie, desfiguradas por la ignorancia y la superstición populares.
Jean Grenier, un joven pastor de la región de Burdeos, al sur de Francia, durante su juicio en 1603, declaró que, después de adoptar la forma de un lobo, había destrozado y devorado más de 50 niños, y manifestó que el poder para cambiar de condición física lo había adquirido de un misterioso y tenebroso extranjero con el que se encontró en lo más profundo de un bosque hacía algunos años. El extranjero, identificado en muchos relatos como el diablo, se supone que le dio un ungüento y una piel de lobo, y, cuando Grenier se untó con dicho ungüento y se cubrió con la piel, se convirtió en lobo.
Sin embargo, unas preguntas detalladas efectuadas durante su juicio, evidenciaron que Jean Grenier padecía retraso mental, y esto hacía que inventara historias extrañas y luego se las creyera. Después de consultar con los médicos, el juez dictaminó que Grenier no era un hombre-lobo, sino un licántropo. De acuerdo con esto, Grenier fue puesto bajo la custodia de los monjes del monasterio franciscano de Burdeos durante el resto de sus días, en lugar de ser quemado en la pira, destino habitual de otros muchos licántropos.
Uno de los casos más trágicos de licantropía sucedió en el pueblo de Eccleshall de Staffordshire, Gran Bretaña. En abril de 1975, Andrew Prinold, un aprendiz de carpintero de 17 años, se atravesó el corazón con un cuchillo, aterrorizado porque empezaba a transformarse en hombre-lobo.
Entre leyendas
La abundancia de casos de hombres-lobo en la Europa medieval surgió sin duda del gran número de características que podían identificar a una persona como hombre-lobo (orejas pequeñas y puntiagudas, dientes prominentes, gruesas cejas unidas sobre el puente de la nariz, palmas de las manos peludas, uñas curvadas de color rojizo, dedo índice igual de largo que el dedo corazón…).
Pero, ¿cómo era posible convertirse en hombre-lobo por primera vez? Las antiguas leyendas proporcionaban una amplia variedad de posibilidades. Aparte de las actividades deliberadas de ponerse mantos mágicos de piel de lobo o de participar en rituales mágicos, había muchas maneras en que un incauto podía ser víctima de esta maligna metamorfosis.
Cualquiera que bebiese agua de un charco en forma de huella de lobo o de arroyos frecuentados por lobos, podía convertirse en hombre-lobo. Además, esto también podía sucederle a una persona suficientemente hambrienta para comer la carne o los sesos de un lobo, o una oveja muerta por un lobo.
Sin duda, los europeos medievales se hicieron eco de la creencia de que un ramillete de la planta matalobos (Aconitum lycoctunum) sobre la puerta de su casa mantenía alejados de ella a los hombres-lobo. Además, se creía que estas criaturas eran mortales y que podían matarse con una bala bendecida o de plata.
Vampiros, brujas, y hombres-lobo
Existen varios vínculos entre las leyendas de vampiros, brujas y hombres-lobo. Hace tan sólo 100 años, en Grecia se creía que los campos de batalla estaban plagados de vampiros en forma de hombres-lobo que chupaban la sangre de los soldados moribundos. Además, en la Europa medieval se creía que los brujos o los hechiceros podían transformarse en lobos para atacar a sus enemigos sin miedo a ser reconocidos.
Incluso hoy en día, en ciertas zonas rurales de Polonia y Alemania, se cree que algunos cadáveres tienen el poder de revivir y salir de sus ataúdes como hombres-lobo vampíricos no muertos.
Según el folclore eslavo, un hombre-lobo muerto vuelve a la vida como un vampiro.
Explicaciones médicas
En la actualidad, además de la licantropía, se han ofrecido otras explicaciones médicas para justificar la existencia de los hombres-lobo. Dos características de un hombre-lobo son su boca llena de espuma y su capacidad de convertir a su vez en hombre-lobo a quien muerda. Esto parece indicar un origen vinculado a la rabia, porque evidentemente, un lobo rabioso podía tener espuma en la boca y cualquiera que fuese mordido por una bestia así en la Edad Media, podía fácilmente contraer esta enfermedad y, en algunos casos, incluso presentar los mismos síntomas.
También es posible que en el medievo, los campesinos que comían centeno contaminado con cornezuelo sufriesen alucinaciones del tipo LSD que les hacían creer que eran lobos u otros animales.
En otros tiempos, los niños que nacían de pie, o los que presentaban colmillos puntiagudos o espeso vello facial, solían ser estigmatizados como hombres-lobo.
Antonietta Gonzales, que como su padre, dos hermanas y otros miembros de la familia, padecía una enfermedad genética rara, llamada hipertricosis o “síndrome del hombre-lobo”, lo que les causaba una cantidad anormal de vello en el cuerpo.
Hombres-lobo en el mundo
Los humanos que se convierten en salvajes predadores son tan intrínsecos de nuestras creencias, que en los países donde no hay lobos, otros animales ocupan su papel.
Por ejemplo, en el África tropical, muchas tribus viven con un auténtico terror hacia los hombres-león, los hombres-leopardo y los hombres-hiena.
Las tradiciones de los hombres-leopardo de África occidental se centran alrededor de ciertas sociedades, cuyos miembros visten pieles de leopardo, van armados con garras de hierro y mutilan a sus enemigos emulando a las bestias en que dicen que pueden transformarse.
La creencia en los hombres-hiena está tan arraigada en el pueblo Bornu, al nordeste de Nigeria, que su lenguaje incluso contiene la palabra bultungin, que se traduciría como “me convierto en una hiena”.
En Assam y Birmania hay cultos al hombre-tigre del todo similares a las contrapartidas leopardinas de África.
En otras culturas también encontramos hombres-zorro, hombres-serpiente u hombres-cocodrilo.
El hombre-lobo a la luz del ocultismo
¿Podría ser plausible que los hombres-lobo no existieran en nuestro denso plano material pero sí tomaran forma en otras realidades acordes a su naturaleza?
En otros tiempos, el hombre-lobo era una criatura horrible, diabólica y espantosa. Pero hoy en día, gracias al cine y la literatura, se ha ganado un lugar en la cultura popular. Al igual que los vampiros, los hombres-lobo de las películas son cada vez más refinados, modernos y sensuales, al mismo tiempo que poseen mayor carga sexual. Pero, ¿cómo y por qué?
En la era tecnológica, las quimeras del ingenuo pasado ya no tienen lugar. Expuestas como meras fábulas ancestrales, las leyendas de los hombres-lobo han perdido vigencia. Puede que aún sean inquietantes, pero nada más. Ahora somos conscientes de que los hombres que se convertían en lobos sólo existían en las creencias populares o en el folclore de muchos pueblos indígenas.
Desde el monstruo de pesadilla del pasado a la actual superestrella del presente y, probablemente, del futuro, esta tradición ha sufrido una transformación tan profunda como la que sufría el hombre-lobo en épocas pasadas. El hombre-lobo ha sabido reciclarse para permanecer entre nosotros.
http://granmisterio.org/2014/04/16/tras-la-pista-de-los-licantropos/#more-6400