Para entender y aceptar nuestra “grandiosidad” tenemos primero que ensanchar nuestra mente para que quepa en ella -y pueda procesar- todo lo que ni se imagina ahora mismo.
Porque la mente obstaculiza y frena inmediatamente lo que no entiende. En principio, no acepta ni quiere saber lo que le es extraño y nuevo. Lo cuestiona todo desde su ignorancia y arrogancia.
Por eso, ese debe ser nuestro primer trabajo: ensanchar la mente deshaciéndonos del NO y la desconfianza a lo desconocido. Debemos viajar a los estados no-ordinarios de Conciencia.
El miedo paraliza la mente. La amuralla. Y es la mente quien crea ese mismo miedo, que le garantiza la supresión de todo lo que no quiere que entre en su espacio. Así que, entendemos que para librarnos de los miedos imaginarios hay que pasar por encima de ellos y liberar la mente de su encasillamiento.
¿Cómo? Con una disciplina de concentración, utilizando la respiración consciente. Fortaleciendo nuestra voluntad, fortalecemos la mente para ponerla a nuestro servicio; la doblegamos. La limpiamos de hábitos y tics inútiles. La ordenamos y clarificamos.
También a través de volvernos observadores de nosotros mismos. “Yo no soy mi cuerpo ni soy mi mente. Tengo un cuerpo y tengo una mente a mí servicio”.
¿Quién observa? La Conciencia; mi Alma. Que es Conocimiento Puro y no es parte del cuerpo perecedero.
Cuando nos hacemos consciente de ello; lo entendemos y lo sentimos, es cuando nuestra visión de nosotros y del mundo que nos rodea, cambia, sin ninguna explicación lógica. Nuestro palpitar se ajusta al palpitar del Universo: la mente pasa a un segundo plano y es la Luz del corazón espiritual quien a partir de ahora nos guía.
http://reikicris.com/page/38/