Hazte el interesante... hablando de los vikingosEsta semana os traigo un tema de tal potencia seductora que no tengo más remedio que escribir esto metida en una bañera con hielo, con objeto de mantener la cabeza fría y no seducirme a mí misma.
Sin embargo, tirarte el rollo hablando de la historia de los vikingos para tratar de impresionar a una chica no es como hablarle de gatitos, no es el comodín que puedas sacar de tu manga de prestidigitador sentimental de medio pelo. El tema vikingo es un tema potente, cual martillo de Thor. Puedes hacer grandes cosas con él, pero también puedes acabar lastimándote si no lo manejas con cuidado.
En la mente promedio de la humana del siglo XXI, especialmente si ha hecho la ESO, los vikingos ocupan un lugar muy difuso: "eran un pueblo del norte, bárbaro, con trenzas, con cascos con cuernos, bebían como cosacos… ¿Qué es un cosaco? ¿Por qué estaba yo pensando en vikingos? ¿Me está leyendo alguien la mente?".
Y aún así la humana media que se asomase a la mirilla de la Historia se vería inclinada abrirle la puerta antes a un cosaco que a un vikingo (pobre humana). Porque once siglos después de haber instaurado el terror en toda Europa, los vikingos siguen conservando su imagen legendaria y temible.
Lo que voy a explicar a continuación contribuirá a alimentar su leyenda, porque en verdad la historia de los vikingos es asombrosa, y tú podrás lucir tus conocimientos como un interesante antropólogo historiador que atesora los secretos del pasado. Sin embargo, hablar de hombres intrépidos y feroces que conquistaron medio mundo puede no ser comparativamente muy halagador para el orador en según qué contextos. No hables de vikingos una tarde de domingo en casa mientras calientas leche en el microondas. Cuenta la historia de los vikingos cuando ambos estéis emborrachándoos, o al aire libre, ante un paisaje adecuado, o preferiblemente ambas cosas a la vez. Aprovecha los fugaces destellos de épica que vive el urbanita primermundista para hablar de los vikingos.
1. Los vikingos que se metieron hasta la cocina
Que los vikingos llegaron a América con sus barcos, siglos antes que los españoles, es algo que ya me estoy cansando de oír. Los primeros habitantes de América llegaron allí mucho antes que los vikingos y lo hicieron ANDANDO. Así que ya basta, ellos ganan, se acabó la competición. Mucho más interesante me parece saber que los vikingos, en el siglo X, llegaron a Sevilla, como quien coge el AVE. Los vikingos tenían barcos rápidos y ligeros, los drakkars, con cascos de tan poco calado que hubieran podido remontar la meada de un inglés en el FIB. Así que rodearon la península, tomaron el Guadalquivir río arriba, llegaron a Sevilla y ya que estaban allí, la arrasaron. Que los pueblos de la zona cantábrica se las vieran con los vikingos es algo que no sorprende a nadie, porque allí en el norte estaban siempre a la gresca, pero que tú, en el corazón de Al-Andalus, estés una noche de septiembre, al aroma del azahar, pintándote los ojos con kohl antes de salir, mires por la ventana y veas a una horda vikinga invadiendo la ciudad es un WTF histórico de tal calibre, que de alguna forma debe de oírse resonando aún cuando subes a la Torre del Oro.
2. Berzerkers y valquirias
Las valquirias, conocidas sobre todo por su famosa cabalgata, eran deidades que constituían el servicio de reclutamiento en la mitología nórdica. Sobrevolaban la batalla cabalgando en monturas aladas o lobos terroríficos y elegían qué soldados morirían y serían llevados al Valhalla para servir en el ejército de Odín. Aunque son figuras alegóricas, es bastante probable que los guerreros vikingos llegaran a verlas realmente, sobre todo si formaban parte de los berserkers, guerreros de élite, hiperferoces, vestidos con pieles de oso o lobo, que combatían en un estado de trance autoinducido. Se cree que, antes de actuar, estos guerreros consumían hongos alucinógenos u otro tipo de alcaloides para entrar en lo que aún hoy se conoce como el "modo berserker". Los que desafortunadamente entraban más bien en "modo grecas" se caían del drakkar y se ahogaban antes incluso de desembarcar. Es una bonita historia que contar a una chica en esos días de resaca, en los que un poco de perspectiva histórica puede ayudarte a desdramatizar los eventos de la noche anterior.
3. Los vikingos rusos
No hay lugar de la Europa medieval a la que no llegaran los vikingos. Noruegos, daneses y suecos principalmente, se desplegaron por el continente, con gran virulencia, durante lo que se conoce como Época Vikinga. Los suecos, por proximidad geográfica, llevaron a cabo sus incursiones en la Europa Oriental, el territorio de los pueblos eslavos. "Rus" era el nombre con el que estos pueblos llamaban a los vikingos. No es que los rusos actuales sean sus descendientes -no queda apenas rastro del legado genético vikingo entre la población rusa-, pero, como ya estarás imaginando, en uno de esos bonitos mindfucks que nos dedica la Historia, el nombre de su país, Rusia, podría traducirse como "vikingolandia". Es un buen dato con el que rellenar ese incómodo silencio que se produce entre una pareja de españoles, cuando una rusa sobrehumana aparece en escena, como un guiño cruel de Darwin.
4. Cuernos y dientes
Los vikingos no llevaban cascos con cuernos, o al menos no existe evidencia arqueológica de que lo hicieran. Alguien del siglo XIX los representó así en una pintura, y la cosa se le fue de las manos. El típico fake decimonónico. Pero si es carnaval, o un día cualquiera en tu colegio mayor, y la chica que te gusta se ha hecho unas adorables trenzas y lleva uno de esos cascos de plástico con cuernos, guárdate este dato, no seas cortarrollos. Pregúntale en cambio si es una jomsviking. Los jomsvikings eran un guerreos mercenarios de élite, sobre los que corrían numerosas leyendas. Se han encontrado algunos cuerpos de jomsvikings, o imitadores de jomsvikings, con incisiones en los dientes. Aunque el procedimiento debió de haber sido infernalmente doloroso con los medios de la época, se cree que estos guerreros se sometían a él para intimidar a sus enemigos y mostrar ferocidad. Personalmente, me resulta muy curioso que con la dentadura que gastaban en la Edad Media tuvieran ánimo de customizarla.
5. Vikingos románticos
Aunque esta es la imagen que se ha tenido de ellos durante muchos siglos, los vikingos no eran desde luego pueblos bárbaros e incultos que vivieran solo para la guerra. Cualquiera que observe la inteligencia y gusto en el diseño de un drakkar puede darse cuenta de eso. Pero por si quedan dudas, no hay más que echar un vistazo a la poesía medieval escandinava y a la belleza de las kenningar, que fascinaron al, a su vez, fascinante Borges. Las kenningar (kenning en singular) eran figuras retóricas que, a la manera de metáforas, se incluían en las construcciones poéticas vikingas para denominar a las cosas. Algunas de las que tradujo Borges fueron "luna de los piratas" para referirse al escudo, "casa de los pájaros" para el cielo, "lobo de los cordajes" para el viento, "nave del corazón" para el pecho. Parecen simples, pero concatenadas en los textos, la cosa se complicaba mucho, hasta llamar al rey generoso que regalaba pulseras "dispensador de las llamas del campo del halcón". Una buena ocasión para dártelas de filólogo es comentar los títulos de la saga 'Canción de hielo y fuego' de George RR. Martin, que si te fijas, son kenningar. También son las kenningar una excelente excusa para ponerte lírico con una chica sin riesgo a poder ser tachado de blando. Tal vez un poco hortera, sí, bueno, pero jamás cursi. Recuerda: nunca es cursi si es vikingo. Varios siglos de terror bélico y la ira de Odín avalan esta afirmación.
Fuente:
http://www.revistagq.com/articulos/hazte-el-interesante-con-los-vikingos/16336