Los celos son uno de los impulsos más fuertes que el hombre conoce. La raíz de “celos” proviene del latín zélus, que significa “arder con un fuego intenso”.
De hecho, existen dos formas: los celos legítimos, que tienen su fundamento en el amor, y los celos ilegítimos, que tienen su fundamento en la envidia. Los celos legítimos se despiertan cuando alguien a quien amas y que te pertenece aleja su corazón y te reemplaza con otra persona. Si una esposa tiene una aventura amorosa y se entrega a otra persona, su esposo puede tener un enojo celoso justificado debido a su amor por ella. Anhela volver a tener lo que le pertenece por derecho.
Ahora bien, nos concentraremos en la clase ilegítima de celos que se opone al amor: la que se arraiga en el egoísmo. Se trata de estar celoso de alguien, estar motivado por la envidia.
¿Te cuesta no tener celos de los demás? Tu amiga es más popular así que sientes odio hacia ella. Tu compañero de trabajo obtiene el ascenso, y no puedes dormir esa noche. Quizá no haya hecho nada malo, pero te amargas debido a su éxito. Se dice que a las personas no les molesta que tengas éxito, mientras que no sea mayor que el de ellas.
Los celos son una lucha común. Se disparan cuando otra persona te eclipsa y obtiene algo que tú quieres. Esto puede ser sumamente doloroso, según tu nivel de egoísmo. En lugar de felicitar a la otra persona, estás que echas chispas y piensas mal de ella. Si no tienes cuidado, los celos se meten como una víbora en tu corazón y atacan tus motivaciones y relaciones. Pueden envenenarte y evitar que tengas la vida de amor que Dios diseñó para ti.
Si no disipas tu enojo aprendiendo a amar a los demás quizá, con el tiempo, comiences a conspirar contra ellos
En general, los extraños no te producen celos. Más que nada, te sientes tentado a tener celos de los que están en el mismo ámbito que tú. Trabajan en tu oficina, están en tu equipo, se mueven en tu círculo... o viven en tu casa. Sí, si no tienes cuidado, los celos también pueden infectar tu matrimonio.
Cuando te casaste, se te asignó la tarea de transformarte en el mayor animador de tu cónyuge y en el capitán de su club de admiradores. Los dos se transformaron en uno y tienen que participar del placer del otro. No obstante, si reinan los celos cualquier cosa buena que le suceda a solo uno de ustedes puede ser un catalizador de envidia en lugar de felicitaciones.
Quizá él disfrute de jugar al golf durante el fin de semana mientras que ella se queda en casa limpiando. Le cuenta a su esposa que disparó las bolas con mucha precisión y ella tiene ganas de dispararle a él.
O quizá, a ella la invitan constantemente a salir con amigas mientras que el esposo se queda en casa con el perro. Si no tiene cuidado, él puede tener celos de la popularidad de su esposa.
Como el amor no es egoísta y coloca a los demás en primer lugar, no deja que entren los celos. El amor te lleva a celebrar los éxitos de tu cónyuge en lugar de sentirte contrariado por ellos. A un esposo amoroso no le molesta que su esposa sea mejor en algo, que se divierta más o que reciba más elogios. Percibe que lo completa, no que compite con él.
Cuando él recibe elogios, le agradece a su esposa en forma pública por su apoyo al ayudarlo a obtener su propio éxito. Se niega a alardear de manera que su esposa no se ofenda. Una esposa amorosa será la primera en alentar a su esposo cuando tenga éxito. No compara su propia debilidad con los puntos fuertes de él. Celebra en lugar de tener lástima de sí misma.
Es hora de dejar que el amor, la humildad y la gratitud destruyan todo celo que surja en tu corazón. Es hora de permitir que los logros de tu pareja los unan y les den mayores oportunidades para demostrar el amor genuino.
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