El concepto original de familia se centraba en un padre, una madre y sus hijos. Las familias y los roles parentales en la actualidad han cambiado considerablemente. Ahora, las familias no siempre constituyen una unidad, hay familias monoparentales, familias fusionadas o mixtas, familias separadas; y del mismo modo, también los roles de los padres han cambiado.
Mientras que, tradicionalmente, el padre ocupaba el rol del gran proveedor del hogar y quién brindaba protección a la familia, como jefe del hogar, la madre ocupaba el rol de quien aportaba nutrición afectiva y contención emocional a los hijos, se ocupaba del orden y la organización del hogar familiar.
Hoy, muchas mujeres optan por priorizar su carrera profesional o su vocación y las tareas del hogar, así como la crianza de los niños se comparte. Los padres ahora tienen muchas más responsabilidades por lo que refiere a la atención de los niños y del hogar, que las que tenían en la antigüedad.
El afecto y la contención emocional son responsabilidad de ambos padres, así como también una guía adecuada para criar hijos seguros de sí mismos y con un futuro promisorio.
Pero, ¿qué sucede cuándo uno o ambos padres sufren problemas de salud mental? Los problemas psicológicos de los padres, ya sean menores o mayores, impactan la estabilidad y la salud emocional de los hijos.
Hay padres y madres que aún no estaban preparados para tener hijos, o bien, que tuvieron hijos sin siquiera cuestionarse si deseaban ser padres. Tuvieron hijos simplemente porque eso era lo que la sociedad o sus respectivas familias de origen, esperaban de ellos.
Pero, el mero hecho de tener hijos, no califica a un adulto como padre o madre.
De hecho, se requieren una serie de habilidades de crianza, valores personales y estabilidad psicológica para poder ser padres y madres exitosos. Así, algunas personas (adolescentes o adultas) fracasan en su rol de padre o madre por diversas razones.
Una de estas razones es la inmadurez. Es una persona que no está preparada para asumir el rol de padre o madre, no está “madura” para hacerse cargo de criar a un niño.
Otra razón es la falta de conocimientos. Es el caso de las personas que ni siquiera eligen ser padres o madres, sólo tienen hijos porque “en la vida hay que casarse, tener hijos, etc.” y piensan que tener un hijo los convierte en padres. Muchas veces carecen también de habilidades esenciales de crianza, por lo que se sienten frustrados y desorientados como padres.
También hablamos de las personas que sufren ciertos trastornos de personalidad y realmente no están capacitadas para ser padres o madres. Una persona que sufre un trastorno de personalidad antisocial (también conocidos como psicópatas o sociópatas) o un trastorno de personalidad narcisista, difícilmente pueda criar bien a un hijo. Son personas que aún sin hijos, no logran funcionar adecuadamente en su vida diaria.
Por consiguiente, no todas las personas que tienen hijos son “exactamente” padres o madres. Al menos, no todos los padres y las madres son personas que tienen la capacidad y las habilidades necesarias para criar a sus hijos correctamente.
Algo similar ocurre con los hombres. Muchos hombres, aún hoy, forman una familia porque eso es lo que se espera de ellos en determinado círculo social. Por ejemplo, hay empresas o asociaciones profesionales, en las que se espera que un hombre de más de 40 años haya “sentado cabeza” y haya formado una familia. En este tipo de círculos sociales, no está bien visto que un hombre adulto no tenga esposa, hijos, y cierto estatus económico a determinada edad.
De modo que, las presiones sociales, junto con las expectativas y las tradiciones familiares, juegan un rol importante en el concepto de familia y los roles de padre y madre. A su vez, esto no tiene nada que ver con el afecto que un padre o una madre pueden sentir por un hijo.
Nacemos y vivimos con la idea de que nuestros padres “deben” (o deberían) amarnos, pero como vimos antes, no todos los hijos son concebidos por amor a la paternidad, la maternidad o a los hijos en sí. No obstante, el amor por los hijos puede desarrollarse. Pueden crearse lazos afectivos sólidos entre padres e hijos, incluso cuando los padres no tenían previsto tener hijos.
Pero, en otras situaciones, cuando los padres son muy inmaduros o sufren problemas de salud mental, las relaciones con sus hijos tienden a ser disfuncionales y suele ser más difícil establecer un vínculo afectivo saludable. Es importante, entonces, comprender que no todas las personas están preparadas o capacitadas para ocupar el rol de padre o madre. Y esto es independiente del amor o el afecto que un padre o una madre puedan sentir por un hijo.
Las familias de hoy son, quizás, más desarticuladas, pero no por ello menos unidas afectivamente. Muchos hijos de familias disfuncionales, cuyos padres no lograron cumplir con sus respectivos roles de un modo saludable, pueden – no obstante – formar familias unidas por un amor genuino, sin repetir los errores o las carencias de sus propios padres.
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