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| Mi padre, ¡Qué lío! | |
| | Autor | Mensaje |
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Hondero 3.0 maestr@
Desde : 31/01/2011 He aportado : 8175
| Tema: Mi padre, ¡Qué lío! Sáb Mar 29 2014, 01:11 | |
| Mi padre, ¡Qué lío!Los rápidos cambios que experimentan las relaciones familiares están dejando desfasada la noción de "padre de familia". El artículo 1.104 del Código Civil dice que cuando en una obligación no se exprese la clase de diligencia o cuidado que debe ponerse en su cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen padre de familia. Hay otros preceptos en el Código que también señalan esa expresión, que pertenece a la categoría de los conceptos jurídicos indeterminados, como "el buen comerciante", "las buenas costumbres", las relaciones de "buena vecindad" o la diligencia del "buen agricultor". Pero lo que inspira hoy esta sección es imaginar el síncope en los redactores del Código en 1889, sesudos asesores de D. José Canalejas, llenando de contenido aquella expresión tan paternalista del buen padre de familia. ¿Qué significa hoy eso? La vertiginosa dinámica en el cambio de modelo en las relaciones familiares hace que el tradicional concepto del pater familias esté, como mínimo, desfasado. No hay que rebuscar mucho para constatarlo: un juzgado de Navarra ha concedido la patria potestad compartida de un menor a las dos mujeres integrantes de una pareja homosexual, permitiendo la adopción plena a la que no es la madre biológica. También varias de nuestras autonomías han legislado de distinta forma sobre las parejas de hecho, con tratamientos no uniformes sobre la capacidad de las personas para adoptar. Así, se da la paradoja de que un homosexual puede adoptar sin impedimento a título individual, pero choca con una prohibición si lo hace en el marco de una relación de pareja. Y si acudimos a la evidencia del enorme desarrollo de las técnicas de reproducción asistida, nos encontramos ante la posibilidad de que la mujer pueda concebir sin intervención directa de un progenitor masculino, dejando el concepto de padre sólo referido a un componente genético más o menos anónimo. Fuera de nuestras fronteras el escenario es aún más espectacular. En California el gobernador Schwarzennegger y el alcalde de San Francisco libran una batalla a propósito de la legalidad de los matrimonios entre homosexuales. En periódicos europeos se piden, desde Australia, donantes de semen a quienes se les ofrece viaje, estancia de dos semanas y unos 5.000 euros, advirtiendo, eso sí, que en el futuro podrían ser rescatados del anonimato y obligados a asumir las responsabilidades económicas derivadas de su paternidad biológica, pues en el país oceánico se establece el derecho de la persona concebida mediante inseminación artificial a conocer sus antecedentes genéticos con nombre y apellidos. Hace un par de años un diputado conservador aragonés, eminente catedrático de Derecho Civil, clamaba en un debate parlamentario contra lo que consideraba desvaríos que atentaban contra el modelo familiar tradicional, sustento de la civilización cristiana occidental, e introducía en sus argumentos apelaciones a lo que llamaba "regreso a los tiempos de la tribu", profetizando exageradamente que se acabaría legislando no sobre parejas, sino sobre tríos, cuartetos o quintetos de hecho. Pues bien, sin querer entrar en consideraciones morales, lo cierto es que las legislaciones se enfrentan al doble reto de ser, por un lado, capaces de contemplar las relaciones humanas con una cierta vocación de estabilidad que evite el recurso a su continua derogación y sustitución cada dos por tres. Y por otro, han de ser suficientemente despiertas para que el contenido de las leyes no discurra por senderos divergentes a los que transita la sociedad a la que van dirigidas. En definitiva, deben tener entre sus objetivos esenciales el respeto a la libertad de las personas, la protección integral de los menores y el principio de mínima intervención estatal en la esfera privada. Eso sí, mientras en la región o en el país vecino sea negro lo que en el nuestro es blanco, la picaresca humana hará de las suyas y contribuirá a que los ciudadanos no entiendan muy bien su pertenencia a un colectivo común, más allá de unas leyes más o menos permisivas. Fuente: http://www.muyinteresante.es/historico/articulo/mi-padre-ique-lio O | |
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