Lo que decimos es tan importante como lo que no decimos. Cuando nos presentamos, cuando nos reunimos con amigos, cuando dialogamos con nuestra pareja o nuestra familia, cuando intercambiamos opiniones con un jefe, un compañero de trabajo, un profesor, un alumno, un médico, etc, ejecutamos actos del habla.
Nuestro lenguaje (oral, escrito, corporal) revela mucho acerca de nosotros mismos, acerca de nuestra personalidad, de nuestro carácter. Da cuenta de quienes somos porque hablamos desde la persona que somos.
Algunas personas eligen expresarse por medio de la música, por medio de la palabra escrita, por medio de la pintura, por medio de la dramatización, y otros modos de expresión. Así, hay oradores, pintores, músicos, actores, escritores, y muchas otras disciplinas, artísticas, vocacionales, profesionales, técnicas, etc. por medio de las cuáles nos expresamos diariamente y descubrimos quienes somos a los ojos de los demás.
Pero, ¿cómo funciona nuestro lenguaje? ¿De qué manera revelamos u ocultamos quienes somos? ¿Qué hace que nuestras interacciones con los demás sean exitosas o un verdadero fracaso?
La filosofía del lenguaje ordenó los actos del habla de una manera muy interesante, desde el punto de vista analítico.
El acto de habla consta de tres factores elementales:
Acto locutivo: es la idea o el concepto de la frase, es decir, “aquello que se dice”. (Qué se dice)
Acto ilocutivo: es la” intención” o finalidad concreta del acto de habla. (Para qué se dice)
Acto perlocutivo: es el (o los) “efecto”(s) que el enunciado produce en el receptor en una determinada circunstancia. (Cuál es o cuáles son las consecuencias de mis actos del habla)
Además, los actos de habla se pueden dividir en dos tipos:
Actos directos: son aquellos enunciados en los que el aspecto locutivo e ilocutivo coinciden, es decir, se “expresa directamente la intención”.
Actos indirectos: son aquellas frases en las que el aspecto locutivo e ilocutivo no coinciden, por lo tanto “la finalidad de la oración es distinta a lo que se expresa directamente”.
Cuando analizamos el discurso de una persona (lo que esa persona expresa) podemos distinguir los actos del habla. Estos actos encierran información muy valiosa sobre esa persona, ya que nos permiten “empezar a conocer” a la persona en un plano más profundo.
Asimismo, es importante relacionar los actos del habla con el lenguaje no verbal (el lenguaje corporal), como también es igualmente importante tener en cuenta el impacto que una palabra o un gesto tiene sobre nosotros. La información que emitimos y la información que recibimos durante un xxxxxx comunicativo, son filtradas por nuestro cerebro a un nivel consciente y a un nivel inconsciente.
Muchas veces, elegimos qué queremos decir y cómo lo vamos a comunicar y muchas veces, hablamos espontáneamente y es nuestro inconsciente quien “filtra” aquello que expresamos y cómo lo expresamos. Con el mensaje que recibimos ocurre lo mismo. Solemos filtrar la información de manera consciente e inconsciente.
Ahora bien, a la hora de relacionarnos con los demás, hay tres preguntas básicas que nos ayuda a “descubrir” quién es, en realidad, la persona que tenemos en frente y qué estamos comunicando nosotros, cómo lo hacemos, y por qué o para qué lo comunicamos.
Las preguntas son las siguientes:
1. ¿Qué se dice?
Con esta pregunta queremos centrarnos en los mensajes subliminales que se esconden detrás de las palabras obvias. Se debe prestar mucha atención al “verdadero mensaje“. El mismo puede estar oculto o no. Por ejemplo, en algunas publicidades o comerciales, los mensajes subliminales suelen ser muy sutiles. En general apelan al sentido de superación de las personas. Algunas publicidades ofrecen productos que prometen soluciones mágicas o inmediatas a problemas complejos porque saben que hay un mercado dispuesto a consumir ese tipo de producto. Algunas personas hablan de un modo directo y claro, mientras que otras “esconden” lo que en verdad quieren decir. Es decir, hablan de un modo indirecto o poco claro. Lo que una persona dice es tan importante como lo que no dice.
El mensaje que emite una persona nos permite conocer si se trata de una persona optimista o pesismista, respetuosa o irrespetuosa, altruista o egoísta, responsable o irresponsable, madura o inmadura, etc.
2. ¿Cómo se dice?
Cuando hablamos, acompañamos nuestras palabras con gestos corporales y/o inflexiones en el tono de la voz, ya sea consciente o inconscientemente. Algunas de estas señales pueden ser más sutiles y otras más evidentes. Pero si desarrollamos el hábito de observar, aprenderemos a decodificarlas mejor. Otras veces, ni siquiera hace falta decir algo. Se puede “actuar” una idea o un concepto, como lo hacen los actores o los mimos.
También, se puede detectar cuál es el “grado de coherencia” entre lo que dice una persona y algún gesto que acompañe su discurso. Hay mucho material interesante sobre el lenguaje corporal que está disponible en formatos impresos o digitales, y siempre es útil aprender sobre este tipo de lenguaje. El lenguaje no verbal o lenguaje corporal suele revelar mucho acerca de una persona.
3. ¿Para qué se dice?
Normalmente, casi siempre hay una intención o un propósito oculto detrás de las palabras. En algunos casos, una persona puede exponer su punto de vista desinteresada u objetivamente y de un modo claro o asertivo. Todos tenemos derecho a expresar nuestro punto de vista, independientemente de que éste coincida o difiera con el de los demás.
Pero, algunas veces, el propósito de un mensaje puede ser el de persuadir, intimidar, amenazar, convencer o comprometer a una persona para que haga algo, diga algo o no haga o diga algo particular. Por eso es importante analizar bien cuál es la intención o el propósito de una locución o de un mensaje.
De la misma manera, cuando somos nosotros quienes hablamos o nos expresamos, también estamos transmitiendo una idea, de una manera particular y con un propósito determinado. Nuestro interlocutor captará el mensaje (correctamente o no) y actuará (dará una respuesta) en consecuencia.
Por esta razón, es importante comprender “de qué hablamos cuando hablamos”, vale decir: qué es lo que realmente transmitimos o ”decimos” cuando nos expresamos e interactuamos con los demás.
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