Las etiquetas nos ayudan a saber de qué va algo (o alguien) al primer golpe de vista. Ésa es su gran utilidad. Son pequeñas marcas que proporcionan una información de interés. Nos ahorran tiempo y facilitan que organicemos los datos.
Las etiquetas también nos ayudan a entender a las personas, porque simplifican algo muy complejo. A veces, sólo atendiendo a dos o tres etiquetas clasificamos a la persona en cuestión en una categoría determinada, con el riesgo de equivocarnos o de estar siendo injustos.
Pero, si hay unas etiquetas con las que es peligroso jugar, es con las que nos colocamos a nosotros mismos.
Si, por ejemplo, te auto-etiquetas como feo, te verás feo, actuarás como un feo, te expresarás como un feo y los demás te verán feo. Quizás descuides tu aspecto físico (porque el que es feo, es feo de todas formas) o pierdas oportunidades de relacionarte con otras personas.
Si te ves torpe, dejarás de intentar actividades que te parecen difíciles para ti, avisarás a los demás de que eres torpe y de que te cuesta enterarte de las cosas; en definitiva, actuarás como un torpe y los demás te verán torpe.
El problema de auto-etiquetarse es que, además de ser en ocasiones muy injustos con nosotros mismos, nos limita. Y ya hay bastantes obstáculos allá afuera, como para tener barreras de puertas adentro.
Aunque sí podemos beneficiarnos del auto-etiquetaje sólo cambiando de enfoque: Si te ves mal (gordo, feo, tonto, etc.), no actúes así, sino como te gustaría ser.
Es una manera de desprenderse de las etiquetas venciendo las limitaciones. ¿Te ves feo y quieres ser guapo? Vístete como un guapo, cuídate como un guapo, habla como un guapo… y los demás te verán guapo. Prueba y verás.
No te lo pongas difícil con las etiquetas. Tú eres como crees que eres y eso es lo que los demás verán (la mayoría de las veces, ojo). Por lo que te propongo que dejemos las etiquetas para los blogs o los precios de las tiendas y tiremos las nuestras a la papelera, ¿hace?
http://tusbuenosmomentos.com/2010/12/romper-con-las-etiquetas/