Tener un amigo, una pareja o una familia en la que te puedes apoyar plenamente es muy satisfactorio, pero hay que estar alerta ante la dependencia.
La dependencia es un lazo que te arrastra hasta donde ese otro lado quiera ir, bueno o malo; pero que tal si nos soltamos y empezamos a trabajar nuestras fortalezas?
Soltarse significa descubrirse por sí solo, verse y no a través de los otros. Significa encontrarse consigo mismo y tal vez con un espacio vacío que no ha sido cultivado…
Eso da miedo, y el que se involucra en ese proceso voluntariamente, manejando su miedo prueba estar en proceso de desarrollo, pero y el que no? Cuándo se atreve? cuando por una pérdida no le queda otra salida que verse al espejo.
Vivir para cumplir las expectativas de los demás, significa, sacrificar lo que uno desea, apartar siempre lo que uno quiere y poner siempre primero la demanda del otro.
De tanto hacer eso, un día es muy probable ya no sepas quien eres, ni que quieres y solo puedas verte a través de la satisfacción o peor de la desaprobación que hacen los demás de ti.
Vivir en función de las expectativas de los demás, es estar constantemente atado a la ansiedad de la evaluación que hagan estos de tu actuación, de aprobarte la satisfacción siempre dura poco, de reprobarte la culpa es inminente…
Crecer, estar ante la línea limítrofe entre el joven dependiente y el adulto independiente (por supuesto imperceptible) es una real ambivalencia del miedo, por lo que se deja y por lo que se gana a raíz de lo que se deja.
Es decir adiós a una vida de comodidades, de consentimientos, de seguridad y no sólo económica, sino también afectiva, donde ante los obstáculos y los conflictos del mundo exterior, inmediatamente podíamos acudir a papá, mamá, pareja, etc.
Considero que se trata de decir adiós a la intimidad y familiaridad de la cual aprendimos a ser como somos hoy, para entonces salir al mundo de adultos y construir por nosotros mismos un nuevo núcleo seguro y estimulante afectivamente, para poder llegar a ser quien deseamos.
”Para decir adiós vida mía, que estaré por siempre agradecido…” Cerrar ciclos, hacer cierres, despedirse, es abrazar la oportunidad (aunque no siempre vista de esa forma) de lo nuevo, abrazar las posibilidades.
Todas y cada una de las posibilidades, porque como dicen “El mundo es tu ostra.” Tú la perla, la oportunidad de hacer de tu vida el escenario que siempre soñaste y tú la estrella como lo imaginaste.
Sabrás que ya estás listo para partir cuando las reglas de los otros te aprisionan, cuando las 4 paredes que has visto desde que tienes razón, ya no reflejan el hogar que sientes necesitar.
Sintiendo que ya es hora, es ahí donde tu voluntad de decisión se presenta a ver si el miedo la dejará actuar.
Pudiera decirse que en ese momento se verá que tan listo realmente estas para permitirte ser libre, ser tú en la mayor de la extensión. Para verte y ya no a través de otros.
”Para decir adiós, sólo tienes que decirlo.” Cuando estés listo, a pesar de la resistencia que tu entorno pueda ejercer frente a este cambio, te irás, en paz, entusiasmado, optimista, dispuesto.
Un dato: no huyas de la despedida, dala y recíbela emotivamente. Sino estarás por mucho tiempo pensando en lo que dejaste atrás.
No huir de una despedida, demuestra tu fortaleza y de cierta forma tu inteligencia también.
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