Mujeres poco recomendables: la víctima

Mujeres poco recomendables: la víctima

Arrieros somos.

Es curioso lo de la víctima. Me explico, no es el arriba firmante particularmente hincha de esa grada que grita a los cuatro vientos “el peor enemigo de la mujer es otra mujer“. Esa cantinela que se guisa en los foros de Vogue, las tertulias en la Latina y el cigarro con clarita: “los tíos no son como nosotras“, “las mujeres son sabemos ser amigas; somos lo peor, tía“, “de este sábado no pasa“. Y vaya si pasa.

Lo dudo. Como también dudo aquello de que una mujer sólo sabe rajar de otra mujer y que las novias de tus amigos -evidentemente- siempre son insoportables, celulíticas y wannabes. “¿Cómo la aguanta Sergio?”
Y si es independiente, claro, es una zorra promiscua. Y si es casera -no sé, disfruta horneando galletas- es una maruja y una machista. Mi adorada Bestiaria explica mejor este punto:

“Las españolas -o al menos las cosmopolitas- son la policía del feminismo. Viven supervisando la conducta de otras mujeres y los mensajes machistas cifrados en el comportamiento de todos los hombres que conocen. Malinterpretan y deforman todos sus gestos. Cualquier cosa que hagan, son siempre unos cerdos que quieren esclavizarlas para que cocinen y frieguen para sus doce mocosos. A las argentinas que un hombre les pague la cena las hace sentir bonitas. A las españolas, en cambio, las hace sentir un trapo de piso.”

No creo que las mujeres se odien.

Lo que sí tengo que claro es que todas -pero todas- absolutamente todas las mujeres odian a la tipología que hoy estudiamos: la víctima™. Es un odio atávico y salvaje, irracional, universal. Porque hasta la más dulce de las lectoras de Telva se transforma en una suerte de María Patiño desbocada, borracha y enfarlopada hasta las cejas cuando muestras ternura ante una víctima™. A ella no la engaña.

La víctima. Ecce mulier.

No importa que pasen mil años o los paraguas iluminen las calles sin adoquines. Ni importan las revoluciones ni las pantallas táctiles, la víctima™ nos tiene -y nos tendrá- calados. Debe ser cosa su aroma de fragilidad, que activa algún eslabón genético tontorrón. Un resorte, una neurona hideputa que nos hace partícipe de su debilidad, que nos convierte -Oh, sí!- en el príncipe azul que la socorrerá del marrón de turno. La princesita de los cojones ya podría haber llamado a Línea Directo, al taller de su barrio o a los jodidos pelochos, pero no. No. Me ha elegido a mí entre todos los hombres para que la rescate del gran mal universal -una rueda pinchada-. Y lo triste es que nos hace sentir bien. Hemos cumplido. Rueda cambiada. Princesa rescatada. You win.

Un misterio genético, el as en la manga del barbudo de las narices.

Pero ellas -las demás- lo saben. Y observan la escena desde la barrera y piensan “cómo puede ser Sergio tan tonto y ella tan zorra“. La víctima™. Esa mujer.

Fuente: http://blogs.revistagq.com/nadaimporta/2011/04/mujeres-poco-recomendables-la-victima/