El imaginario colectivo nos empuja a pensar que las relaciones sexuales deben ser espontáneas, naturales, salir “de dentro” de la persona. El sexo no se habla, no se hacen acuerdos sexuales con la pareja, simplemente, esperas que pase. Y si no pasa es que la relación no funciona y está condenada al fracaso. Parece que el sexo, o la sexualidad, es una cosa inherente al ser humano.
Bien, desde la sexología podemos afirmar que nada de lo expuesto hasta el momento es cierto. La realidad es que las personas no suelen plantearse cómo llevan a cabo sus relaciones sexuales hasta que la situación se vuelve insostenible y les causa verdaderos problemas.
Es importante hablar de sexo, pero hablarlo bien. No vale con la típica conversación entre amigos en la que se explican los escarceos amorosos y las aventuras de cama de unos y otros. Hay que aprender a hacer una buena comunicación sexual.
Para ello es necesario, primeramente, analizar cuáles son nuestras creencias sobre la sexualidad. Vuelve a leer el primer párrafo. ¿Te sientes identificado con lo que hay escrito? Es normal, la mayoría de personas piensan así.
Y es que, de alguna manera, es cierto: el sexo es una actividad natural en todos los animales y eso nos incluye a nosotros, como especie humana. Pero eso no significa que nazcamos aprendidos.
Referentes sexuales
Si pensamos un poco en nuestra propia historia, ¿qué referentes sexuales tenemos? Es decir, ¿quién nos ha enseñado cómo debemos llevar a cabo una relación sexual?
Algunos habréis contestado mentalmente: las películas para adultos, las películas pornográficas. Otros habréis recordado las clases de “educación sexual” que impartían en la escuela. Algunos, probablemente la minoría, quizá hayáis tenido la suerte de tener un entorno sexualmente abierto y os hayan explicado las cosas con detalle.
La verdad es que carecemos de referentes sexuales que nos ayuden a definir qué es lo que queremos y lo que no de las relaciones sexuales y amorosas.
Muy a menudo, las personas llegan a consulta, explican aquello que les inquieta acerca de su vida sexual y acaban preguntando algo así como: ¿esto es normal?
¿Qué es normal, en el sexo?
Si tus referentes sexuales son las películas pornográficas, probablemente estés disfrutando de un sexo centrado en el orgasmo. Este tipo de películas nos explican que la meta de la relación sexual es que el hombre eyacule y, a poder ser, que el clímax masculino coincida con el femenino. Si no es así, parece que la cosa no funciona.
Por supuesto, en este tipo de películas, tanto mujeres como hombres disfrutan siempre del sexo, a cualquier hora y con cualquier pretexto. La mujer siempre tiene orgasmos y, por supuesto, esos orgasmos femeninos son explosivos, y hacen gemir y gritar. Siempre.
Bien, si este tipo de sexo es el que tienes en mente cada vez que mantienes una relación sexual, muy probablemente la mayoría de ellas te resulten algo frustrantes. Y es que, como en todas las películas, eso es ficción.
En realidad no podemos hablar de una normalidad o anormalidad en cuanto al sexo se refiere. Cada persona debe disfrutar del sexo como le apetezca, siempre y cuando tenga en cuenta que, si lo comparte con alguien, esta otra persona debe estar de acuerdo en la manera de hacerlo.
Hablar de sexo
Para poder disfrutar del sexo con otra persona no basta con que supongamos que, si hay química entre nosotros, sucederá todo de forma natural.
Lo más probable es que en el inicio de la relación los primeros encuentros sean placenteros y naturales de por sí, ya que está en juego el factor novedad de la situación que hace que la excitación y la predisposición al sexo aumente.
Pero a medida que la relación va avanzando, sea esta una relación de pareja, o una relación puramente sexual, los integrantes de ésta deben ir adaptándose el uno al otro.
Esperar que, por casualidad, nuestra pareja sepa qué nos gusta y qué no, es poner demasiadas esperanzas en la suerte.
Si hay alguna cosa que no te gusta de las relaciones sexuales con tu pareja, házselo saber. Díselo de manera que no le siente mal, de una forma cálida y comprensible y siempre dándole una opción alternativa. Por ejemplo: “me encanta que me toques tan apasionadamente, pero ten cuidado con esta zona en concreto, soy muy sensible. ¿Porqué no probamos a utilizar una pluma para acariciarla?”.
Así mismo, si hay algo que desearías hacer o probar en materia sexual, anímate a planteárselo. No se lo plantees como un reto, más bien como un juego. Si tu pareja se muestra reticente a probarlo, no insistas demasiado, ahora ya lo sabe y es posible que le dé vueltas y, quién sabe si un día te sorprende.
Herramientas que te pueden ayudar
Hablar de sexo no es fácil. Suele provocar una cierta vergüenza plantear determinadas cosas a nuestra pareja sexual, pero está comprobado que aquellas parejas que mejor comunicación sexual tienen, más disfrutan con el sexo, así que ¿por qué no probarlo?
Algunas herramientas que te pueden hacer el camino más fácil son:
Libros: puedes comprar un libro erótico o alguno de los libros de sexología y, a medida que vas leyendo, ir comentándolo con tu pareja. “¿Sabes qué he leído hoy? Que muchas mujeres disfrutan con el sexo anal. ¿Tu lo has probado alguna vez?” o “Acabo de leer una historia sobre un hombre que disfruta disfrazándose e interpretando papeles para su mujer. ¿No te gustaría probar?”.
Películas: una buena sesión de cine con tu pareja. Pero en vez de ver una película cualquiera, escoged una que tenga un alto componente erótico. A partir de lo que vaya saliendo en escena, podéis ir haciendo comentarios e iniciando conversaciones, incluso es posible que os animéis a probar alguna de las cosas que veáis.
Talleres o cursos: cada vez son más los talleres y cursos que se ofrecen alrededor de la sexología. Si es un tema que os interesa podéis acudir los dos y aprender más sobre la cuestión. Si tu pareja no está por la labor, también puedes acudir tú y después iniciar una conversación para explicarle lo que has aprendido.
Acudir a un terapeuta: no hace falta que tengáis un problema serio para acudir a la consulta de un terapeuta sexual. Muy a menudo los pacientes llegan simplemente con la necesidad de poner encima de la mesa algunas cuestiones referentes a sus relaciones sexuales que no se atreven a hablar solos porque no saben cómo abordar. En esas situaciones los terapeutas sexuales hacemos de facilitadores de la comunicación.
http://www.siquia.com/2013/11/hablar-de-sexo-para-tener-buenas-relaciones/